«Si imagino a Albert Rivera, a Pablo Casado y a Felipe de Borbón, veo a tres hombres de derechas y el que mejor me cae, con diferencia, es Felipe de Borbón». Esta es una de las afirmaciones con las que Pablo Iglesias arranca una extensa reflexión sobre la monarquía española recogida en un libro recientemente publicado por el ‘think tank’ de Podemos —Instituto 25M—, que lleva por título ‘Crisis constitucional e impulso constituyente’. La obra es fruto de una serie de diálogos junto al catedrático de Derecho Constitucional Javier Pérez Royo. El líder de Podemos ahonda en el papel político de la Corona desde la Transición hasta hoy, sin descuidar sus opiniones sobre la personalidad del Rey emérito, Juan Carlos de Borbón, y, sobre todo, de Felipe VI, a quien, a diferencia del primero, sí ha tratado en persona.

Pablo Iglesias confiesa en estos diálogos que el Rey emérito «es probablemente una de las condiciones de posibilidad de la Transición tal y como esta se hizo», y llega a concluir que, «con independencia de que gustara o no, existía en España una monarquía con un papel político incuestionable». Tampoco tiene reparos a la hora de describir como «un movimiento político inteligente por parte de la Casa Real» la abdicación de Juan Carlos en 2014. Una apreciación que hila con el hecho de que «el discurso de Felipe VI en la Nochebuena de 2014 fue un discurso inteligente, que le permitió aparecer como un jefe del Estado que había comprendido los cambios que se estaban produciendo en su país y que dedicaba palabras amables a muchos sectores sociales, en especial a quienes estaban descontentos con el sistema político». Hasta aquí, las buenas palabras. Y es que el discurso del 3 de octubre sobre Cataluña lo cambió todo.

Al mismo tiempo que el líder de Podemos no tiene inconveniente en hacer ciertos reconocimientos a la monarquía, tampoco esconde, tomando prestada una reflexión de Pérez Royo, que esta institución es uno de los «vicios de origen de la Constitución española«. Con todo, advierte con ademanes académicos: «No criticamos al Rey; criticamos a la institución monárquica en un momento histórico preciso». La figura del Rey no está sometida a la Constitución, pues como la Generalitat, tiene un reconocimiento previo —«fue Franco quien decidió quién lo sucedería en la jefatura del Estado»—, y así se reconoce posteriormente en la Carta Magna. Defiende así que la Corona está por encima de la Constitución y como tal esta sería una de las características de la monarquía constitucional.

No criticamos al Rey; criticamos a la institución monárquica en un momento histórico preciso

En el capítulo de las comparaciones entre Juan Carlos y Felipe, el secretario general de la formación morada insiste en que el actual monarca no le «cae mal». «Por el trato que he tenido con él, me parece un hombre culto, muy preparado políticamente, con el que es agradable conversar», confiesa. Nada más lejos que su impresión sobre el Rey emérito, «a quien no he conocido personalmente, pero del que he leído varias biografías, me cae mucho peor que el actual. Juan Carlos de Borbón era un franquista confeso, un corrupto [y para ello rescata su petición de 10.000 millones de pesetas al sha de Persiapara que financiase la campaña de Adolfo Suárez], por no hablar de sus aficiones a la caza y a otras cosas que ya conocen todos los españoles».

 

Una vez despachada esta visión, asevera acto seguido que «nadie puede negar la centralidad política de esa figura, incluso en un momento en el que ocurrió la que fue, probablemente, la intervención política más importante de la monarquía en España hasta que ya conocemos casi todo acerca del golpe de Estado del 23 de febrerode 1981″. Esta centralidad política que le otorga no la habría continuado su sucesor, más que tímidamente durante sus primeros meses al frente de la Corona, como se dice más arriba. Esto es, en su primer discurso de Nochebuena, pues «los discursos posteriores fueron mucho más conservadores y provocaron el rechazo de cada vez más formaciones».

Pablo Iglesias, sobre Felipe VI: «Me parece un hombre culto, muy preparado políticamente, con el que es agradable conversar”

Para justificarlo, Iglesias trae a colación el discurso de Felipe VI en junio de 2017, durante la conmemoración del 40 aniversario de las primeras elecciones generales celebradas en España tras la dictadura. Un discurso, argumenta, que «llamó la atención por una serie de circunstancias y afirmaciones. En primer lugar, la derecha arremetió contra el Rey por la ausencia de Juan Carlos en ese acto. En segundo lugar, nuestro grupo parlamentario criticó el discurso de Felipe VI por citar mal a Antonio Machado, por plantear en él una suerte de equidistancia entre los valedores de la dictadura y la oposición democrática al fascismo, y porque se trató de un discurso muy conservador y de derechas que no representa al grueso de la ciudadanía española y que es, por tanto, impropio de una figura simbólica». En definitiva, un discurso nada inclusivo, lo cual hasta dejaría patente la presidenta del Congreso, quien «demostró la cintura de quien es capaz de hacer un discurso inclusivo. El jefe del Estado, no».

Unos meses después de aquella criticada intervención por la bancada de Unidos Podemos, se produjo el polémico discurso del 3 de octubre. Iglesias afirma que «supuso un antes y un después en el papel de la monarquía en este país. Aquel día, el jefe del Estado pronunció el discurso del PP, lo hizo suyo y llamó a cerrar filas; y desde entonces existe un bloque monárquico que se articuló en torno a ese discurso». De ahí su reparo al apoyo que le dieron PP, Ciudadanos y, sobre todo, PSOE.

​En esta línea, concluye que lo que «se ha producido en nuestro país es un refuerzo de una posición involucionista vinculada al discurso del Rey del 3 de octubre, que ha abierto las puertas a la involución democrática en España». De ahí su excusa reiterando nuevamente modos de análisis académico revestido moralmente: «Criticamos a la monarquía porque somos demócratas y nos oponemos a que haya una involución democrática en nuestro país. Y Felipe VI se ha puesto del lado de los partidos que están defendiendo, con su práctica política, la excepcionalidad y la renuncia a los principios básicos de la democracia». Cierra así su reflexión fijando posiciones: «Consideramos que en este momento la monarquía en España tiene poco que ofrecer a la salud de la democracia española. Y lo decimos con todo el respeto».

 

 

FUENTE: ELCONFIDENCIAL