Los independentistas catalanes siempre han tomado como ejemplo a Escocia. Pero entre ambas comunidades parece haber un gran abismo, por lo menos en lo relativo a la administración y la importancia que se da a los ciudadanos. El 18 de setiembre de 2014, 3.623.344 escoceses fueron llamados a las urnas para decidir su futuro. Aquel día, Escocia, de forma libre y legal, celebró su referéndum. Los votantes acudieron en masa a los colegios electorales. Votaron 3.619.915 ciudadanos (99,9%). Ni uno de ellos podía decir que no estaba informado sobre las consecuencias de su decisión.

El Gobierno escocés, liderado por el primer ministro nacionalista Alex Salmond, hizo los deberes y decidió elaborar un documento al servicio público y a la transparencia política: Scotland’s Future. Your Guide to an Independent Scotland.

El Libro Blanco de la independencia de Escocia era un manual, una guía, que el Gobierno de Salmond elaboró para explicar a todos sus ciudadanos los pros y los contras de independizarse del Reino Unido. Es un documento que puede encontrarse en internet en el apartado de Publicaciones de www.gov.scot. La oposición lo tildo de «trabajo de ficción». La guía fue ampliamente debatida en el Parlamento y en los medios.

Scotland’s Future era la guía oficial que explicaba a sus lectores que la votación del referéndum del 18 de septiembre de 2014 era «una elección entre dos futuros». Nadie podía decir que votaba sin tener idea de lo que representaba su voto.

El libro blanco escocés, white paper como se le denomina coloquialmente en el Reino Unido, tenía hasta 650 páginas, estaba estructurado en cinco partes en las que se explicaba que pasaría en las finanzas, la salud, la protección social, la educación, las relaciones internacionales y la defensa, la justicia, el medio ambiente, el mundo rural, la energía, la cultura y la comunicación. Un largo apartado de Preguntas y Respuestas y un anexo de documentos legales completaban la guía.

Un año antes de la derrota del Sí en Escocia, Mas había ordenado la creación del denominado Consejo Asesor para la Transición Nacional (CATN), que dependía directamente de Presidencia y que contaba entre sus miembros con Pilar Rahola. La idea de hacer una versión catalana del Scotland’s Guide recayó en ese consejo, cuyo responsable era el director del Instituto de Estudios Autonómicos, Carles Viver Pi i Sunyer, un ex magistrado del Constitucional, que está considerado como el ideólogo judicial del Govern y del proceso.

En la página web del CATM –www.presidente.gencat.cat– se explica que el proceso «debería basarse en los principios del diálogo, la legalidad y con la voluntad del máximo consenso posible». Algo que no ha sucedido.

Fue en el seno de este consejo, donde se dio forma a un documento que se denominó Llibre blanc, que recogía un conjunto de informes técnicos elaborados por expertos de la administración y una síntesis realizada por la secretaria del consejo.

Un miembro de la administración catalana ha explicado a EL MUNDO que, si bien el Llibre Blanc recogía una larga lista de textos jurídicos y administrativos muy importantes, no era un libro en la línea de la Guía para la Escocia del Futuro, si no que se trataba de un documento técnico al que sólo se puede acceder online, y que es poco apto para la divulgación ciudadana. Se hicieron unas 200 copias impresas de Llibre Blanc. La Transició Nacional de Catalunya. Se las supone repartidas por otras tantas estanterías de políticos afines y corresponsales extranjeros.

Son varias las personas relacionadas con diferentes instancias del Govern que han lamentado que no se hubiera desarrollado un proyecto similar al escocés y no se hubiera hecho llegar el resultado a los ciudadanos. De hecho, todos ellos, con sus explicaciones, criticaban que a día de hoy no exista una referencia escrita y divulgativa sobre cuál sería el país que les promete el Govern.

El Llibre Blanc que elaboró la Generalitat recogía en 19 capítulos numerosos trabajos y textos técnicos y administrativos que explicaban la viabilidad fiscal y financiera de una Cataluña independiente, su seguridad interna e internacional, el ordenamiento administrativo, la seguridad social catalana, el poder judicial y la administración de Justicia, la integración en la comunidad internacional, la regulación de la competencia y las relaciones comerciales entre Cataluña España.

Las más altas instancias de la Unión Europea, incluida la Comisión de Venecia, han hecho clara y patente su opinión de que este referéndum no puede organizarse a espaldas de la legalidad española y europea. Cataluña quedaría fuera de la UE, lo que parece no importar a los secesionistas. Pero lo más preocupante es que los catalanes se enfrenten a un futuro incierto y que el Govern no les haya explicado, ni por escrito, ni verbalmente, qué Cataluña esperaría al final de este trayecto. El Govern pide que los ciudadanos se jueguen su futuro… a ciegas.

Las propuestas se han dado en lugares inadecuados, lejos de los ciudadanos, sin rigor, como el detalle de los planes económicos del futurible Govern en boca de la portavoz de ERC, la ahora diputada Marta Rovira, a una periodista de France 24. Su pobre alocución aún puede verse en YouTube y es muy reveladora.

También lo son las contradicciones y deficiencias en teoría y práctica económicas de Oriol Junqueras, vicepresidente del Govern, quien ha demostrado en tertulias o conversaciones técnicas con adversarios políticos o con empresarios una falta evidente de preparación. Y en situaciones en las que ha participado el propio Carles Puigdemont, ha ocurrido lo mismo. Puigdemont abandonó la carrera de Filología Catalana para dedicarse al periodismo.

 

 

 

FUENTE: ELMUNDO