FRAN BALADO

 

Ni los peores pronósticos apuntaban a un descenso tan acusado del PP en las urnas. La bancada popular adelgaza hasta los 66 escaños, menos de la mitad de los 137 con los que contó en la pasada legislatura. Se trata de los peores resultados de su historia, muy por debajo de los 105 diputados que obtuvo Fraga en 1986, todavía con el cartel de Alianza Popular, o las 107 actas logradas por Aznar en 1989, ya bajo las siglas del PP. En el Senado también se queda con menos de la mitad de representantes, pasando de 130 a 61.

El bajón estaba descontado. Ni un solo cargo popular negaba que la entrada de Vox en el Congreso sería arrolladora, y que gran parte de sus votos procederían de un sector del electorado que tradicionalmente se había decantado por la papeleta de la gaviota en anteriores citas electorales. Pero con lo que no contaban era con una caída tan estruendosa en las urnas que está haciendo temblar los cimientos de Génova 13. 

Ni voto útil ni Moncloa

El PP confiaba en defender su fuerte en estos comicios gracias al voto útil al que tanto han apelado a lo largo de la campaña. Que los indecisos acabasen abrazando su opción. El otro clavo ardiendo al que se agarraban era a una repetición de la carambola andaluza, en la que la suma de las tres fuerzas de la derecha permitió desalojar a los socialistas del Gobierno; un triunfo autonómico del que sacó pecho, pero que acabó influyendo de forma decisiva en estas generales gracias a la movilización que logró Sánchez agitando el fantasma de la ultraderecha. Pero el PP no consiguió ni el voto útil ni La Moncloa, por lo que a lo único a lo que pueden aferrarse ahora los populares es a que Sánchez fracase en su intento de salir investido presidente y a una repetición electoral. En caso contrario, se verían condenados a afrontar una legislatura que bien podría equiparase a una travesía en el desierto, porque tendrían que combinar sus labores de oposición con la defensa de su hegemonía en la derecha, seriamente amenazada, por un flanco por Ciudadanos y por Vox por el otro, con el riesgo que siempre conlleva acabar engullido en medio del sándwich.

Casado asumió la presidencia del partido el pasado verano gracias al buen olfato que demostró al apreciar que una tercera vía acabaría beneficiándose de la pugna interna entre Cospedal y Sáenz de Santamaría. De inmediato se lanzó a una renovación por la que tuvo que soportar críticas tras no haber integrado a las distintas familias del PP. Reivindicó un regreso a los orígenes como la mejor estrategia para reunir a todos los votantes «a la derecha del PSOE». Una decidida derechización mirando al aznarismo sobre la que le advirtieron muchos de los barones. Decidió renunciar al centro, una posición que solo reclamó tenuemente en la recta final de una campaña que ha resultado ser un desastre, en la que su máximo responsable, Javier Maroto, se ha quedado fuera del Congreso tras no haber rascado ni un solo escaño en todo el País Vasco.

«La fragmentación ha hecho que con más votos hemos tenido muchos menos escaños»

En su breve comparecencia de anoche, Casado pidió a Sánchez que no se apoyase en los independentistas y justificó el batacazo en la «fragmentación de anoche». Pese a la debacle electoral, ni rastro de una posible dimisión: «Vamos a trabajar desde ahora para liderar el espacio de centroderecha», aseguró.

La moral baja, la revuelta de los barones y la amenaza de ERE

Génova 13 montó anoche el balcón de las grandes ocasiones en las que tantas veces ha festejado triunfos. Esta vez se quedó sin usar. No se acercó ni un solo militante. Nada que celebrar. ¿Y ahora qué? ¿Qué consecuencias tendrán estos resultados?

 Elecciones en un mes

La moral por los suelos. A corto plazo le toca organizar la campaña electoral para las elecciones municipales, autonómicas y europeas del próximo 26 de mayo. La moral de las tropas está por los suelos, por lo que no es el mejor momento para afrontar una nueva cita en las urnas.

 Amenaza de motín

Miradas hacia el noroeste. Una nueva debacle en las urnas el 26M podría conllevar a un amotinamiento de los barones territoriales. Muchos de ellos, especialmente de los laminados, ya barruntaban la catástrofe electoral de esta noche como consecuencia de la radicalización en el discurso de Casado. Varios diputados señalaron a este periódico que podría precipitarse la celebración de un congreso extraordinario en el que saliese elegido un nuevo líder por aclamación popular. ¿Quién? Las miradas regresan al noroeste.

 Problemas económicos

Reestructuración. La caída de escaños conlleva a una importante pérdida económica que todavía podría acrecentarse el próximo 26 de mayo. Esto obligaría al PP a reestructurar su modelo de partido, y pasar del gran trasatlántico que ha sido en los últimos años a un pesquero medio. La sede principal corre peligro, y también muchos empleos.