El diputado de Junts per Catalunya Jordi Sànchez lleva en prisión preventiva desde el 16 de octubre por su implicación en el procés. Sànchez (Barcelona, 1964) lideró la Asamblea Nacional Catalana con la que apuntaló las movilizaciones a favor de la secesión y en contra de los registros policiales que buscaban desbaratar el referéndum ilegal del 1 de octubre. Recibe a EL PAÍS en la cárcel de Lledoners (Barcelona). La entrevista, la primera que concede cara a cara, dura 45 minutos, sin cámaras ni grabadora, a través de un cristal mientras en locutorios contiguos Jordi Turull y Joaquim Forn, otros políticos encausados, reciben visitas. Pablo Llarena le ha procesado por rebelión, penado hasta con 30 años de prisión.

Pregunta. ¿Pensó alguna vez que su activismo independentista podía conducirle a la cárcel?

Respuesta. Honestamente, no. No lo imaginé: como líder de la ANC nunca recibí ningún aviso de la Fiscalía ni del juez de que hiciéramos algo ilegal. Ni siquiera el día que arrancó la campaña del referéndum. Advirtieron a responsables políticos e institucionales, pero no a nosotros.

P. Pero sus pretensiones no cabían en el marco legal.

R. Una cosa es lo que pudiera hacer el Govern o el Parlament y otra lo que hacíamos nosotros, que era montar manifestaciones. Aquí ha habido una operación de Estado contra el independentismo: se mostró débil al no saber dar con una vía negociada y acabó actuando con fuerza. Alguien decidió hacer el trabajo que no hizo Rajoy. El mismo día del discurso del Rey, el 3 de octubre, nos citan en la Audiencia a mí, al mayor Trapero y a Jordi Cuixart, de Òmnium. Estamos en prisión por una razón de Estado; se abusa de la prisión preventiva.

P. Pide su libertad provisional. ¿Qué garantías da de que no huirá como Puigdemont?

R. No huí ni huiré. Cuando fui a declarar, el 16 de octubre, tenía claro que entraría en prisión y no me fugué. Lo sabían Turull, Josep Rull y el resto. Tampoco huyeron.

P. Después de que Llarena haya retirado la euroorden no le pasaría nada.

R. Sabíamos que Suiza y Bélgica eran seguros y no huimos. La decisión de Llarena no hace prever ninguna buena noticia. Mi sensación es que evita un nuevo revés del Reino Unido [donde está la exconsejera Clara Ponsatí] y que el Supremo llama a rebato.

P. ¿Cómo debe resolverse el problema? ¿Es consciente de que el primer conflicto es entre catalanes independentistas y no?

R. No veo conflicto entre catalanes. Hay tensiones puntuales y me preocupa y deben eliminarse. Hay que encontrar una salida democrática que permita expresarse a la sociedad catalana.

P. ¿No han abusado al equiparar Cataluña con el independentismo como si todos los catalanes lo fueran?

R. Ha habido un abuso del lenguaje. Tendemos a utilizar el plural mayestático. Es un error frecuente en todos los políticos. Lo importante es que se reconozca a la otra parte como interlocutor.

P. ¿Qué le parece el diálogo entre Pedro Sánchez y Quim Torra?

R. Lo que ha dicho Sánchez, que se pueda votar, es la base para dialogar.

P. Pero habla de un Estatuto…

R. A Sánchez le agradezco que haya reconocido el conflicto político. Era mi obsesión: es la base del diálogo. Si Rajoy lo hubiera hecho en 2012 o 2013, no estaríamos aquí. Solo por eso ha valido la pena la moción de censura. Dicho esto: lo de Estatuto no tiene sentido, forma parte del pasado y no es una solución. Parte de la ciudadanía catalana cree que se ha ganado legítimamente el derecho a decidir. La España autonómica tiene un techo de cristal. No da más de sí. ¿Qué puede tener de diferente un Estatuto respecto al de 2006? Su propuesta de reforma constitucional es poco razonable. Y además: ¿Y si sale el no? Yo votaría no, por ejemplo. El conflicto seguiría bloqueado.

P. Es muy poco optimista respecto a pactar un referéndum.

R. El Estado nunca ha querido entrar en esa lógica. Y sólo se rechaza desde la debilidad, por el miedo a perder. ¿Por qué excluir derechos en el siglo XXI? Nadie me ha convencido de que haya una alternativa mejor que esa para resolver el conflicto.

P. Admite que el independentismo no llega al 50%. ¿Se arriesgaría a perder el referéndum?

R. Es que si el Estado lo hubiera llegado a aceptar, probablemente el soberanismo lo habría perdido en el pasado. Yo me dejaré la piel algún día para ganarlo.

P. La ANC y la CUP creen que los catalanes ya han votado.

R. Soy un firme defensor del 1 de octubre. Ha tenido costes personales duros, pero sin él no habríamos llegado a que un presidente reconozca el conflicto. El 1-O es un mandato político y moral muy grande, pero no legal.

P. ¿Espera que la Fiscalía modifique a la baja su petición?

R. No soy optimista. Hay cientos de juristas que creen que no hubo rebelión ni sedición. Un ejemplo: el asedio al Parlament, en 2011, en el que hubo heridos, acabó con fallos de la Audiencia Nacional y el Supremo por desordenes públicos. ¿Fue peor que lo nuestro? Si la Fiscalía no modifica, hará más difícil el diálogo entre Torra y Sánchez. Cuando hay gente en la cárcel, se genera una tensión emocional que condiciona mucho la vida política. Y yo no espero indultos. Espero justicia.

P. Se ve usted entonces muchos años en prisión,…

R. No tantos: recurriremos al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Llarena ha intervenido en la política hasta el final para que no regresáramos a la vida parlamentaria. ¡No me dejó ir a la investidura por si era elegido! Espero sentido común y que el juicio sea seguido en toda Europa. Nosotros estaremos en el banquillo, pero España también.

 
 
 
 
FUENTE: ELPAIS