Enredados en una endemoniada época de ingobernabilidad, cuya más patente, aunque no única representación, ha sido la composición de tres gobiernos diferentes sin mayoría absoluta de ningún grupo político en más de una década, que serán dos décadas desperdiciadas en unos años, nuestra clase política ha decidido mirar para otro lado, culparse entre todos de la inestabilidad e ineficacia y, solo para salvar la cara, buscar ventajistas amaños que, lejos de resolver los problemas, no hacen otra cosa que crear incertidumbre y agravarlos.                       

Un amaño es, desde luego, ese fantasioso y voluble trato en sombra de gobierno del PSOE con UIDM -o del  segundo partido en votos con el apoyo del tercero- que algunos de sus afines y patriarcas afirman haber comenzado a renegociar de nuevo, con la finalidad de evitar la ruptura que se barrunta. Y ello porque el enfrentamiento a cara de perro entre los gurús socialistas con los patrones independientes, repitiendo las injustificables e insolentes batallas de 2.013, y entre las sumisas fuerzas que acaudillan, hace casi imposible que una antagónica “conchabanza”-hoy, por lo demás, muy incierta- destinada solo a evitar los choques y discrepancias que trascienden a diario, siente las bases de un Equipo de Gobierno que, sea o no acreditado, pueda dirigir una política coherente durante toda la legislatura que hace cuatro meses comenzó. Y más teniendo en cuenta que el pacto PSOE-UIDM necesitaría irremediablemente del apoyo de otra fuerza política que equilibre la embriaguez de poder que se palpa en el duopolio institucionalizado.                                                                                                       

La única alternativa que se vislumbra a ese escenario estremecedor -las lecciones pedagógicas del edil de VOX no bastan- sería un acercamiento a Cs que el aparatichi sociata desestimó pero Campillo parece barajar, pues según todas las expectativas nada cambiaría en la dirección del Consistorio de forma decisiva: solo que el PSOE rebajaría las condiciones de gobernar a su aire, pero nunca sin UIDM y -seguramente- sin librarse del chantaje fáctico-conservador de quienes todavía creen que Miras podría ser el hombre que, de un modo u otro, abriese probablemente la puerta a una mayoría absoluta socialista a corto plazo. Así de mal las cosas, y visto que un acuerdo entre PSOE y Ciudadanos no es hoy posible, ni siquiera a finales del año que viene resultaría imaginable, nuestra insuficiencia política, por decisión de los consorcios benefactores, es indiscutible; de modo que, o se adoptan decisiones de calado, o seguiremos metidos en un agujero de ingobernabilidad por mucho tiempo, con el consiguiente deterioro de la vida institucional y los gravísimos riesgos que ello supone para nuestro presente y futuro bienestar.                                                                                                                                                  

Un elemento común define los posibles desenlaces a la grave crisis de gobernabilidad que Mazarrón atraviesa desde hace mucho tiempo: todos son muy malos, van a lo suyo y se siguen enfrentando a garrotazos por el reparto de poder, sobre todo la derechona confrontada entre populares e independientes, cada uno de los cuales tiene motivos para sostener su posición de momento irreconciliable. Los socialistas argumentan, con razón o sin razón, que la desconfianza que hoy predomina en la relación con Cs hace inviable cualquier acercamiento o colaboración posible. Campillo, mucho más flexible con el partido naranja, defiende, también con razonamientos de peso, que su presencia de vicealcalde en el Gobierno con cinco ediles, le otorga el derecho a cambio del apoyo a Miras, de incorporar las dos concejalas de Ciudadanos al Equipo de Gobierno con la intención de tender puentes con el Gobierno Regional y poner fin al  bloqueo en la Comunidad.Pase lo que pase finalmente, no es difícil concluir que, de llegar a encajarlas, ese gobierno podría ser capaz de conciliar e impulsar políticas progresistas de centro más coherentes y menos radicales con que hacer frente a los principales problemas que Mazarrón soporta: el de gobernanza sometido por un clientelismo axfisiante y el social derivado de la evidente paralización de nuestra economía que se prolonga inexorable.                                                                         

Digámoslo con absoluta claridad y “hablemos ya de gobernar en serio”: ha llegado el momento de poner encima de la mesa un debate honesto y eficaz para frenar el “régimen clientelar” sin asumir ningún compromiso inviable, con el único objetivo de salvar la legislatura sin que nadie salga trasquilado o pague un alto precio en soledad, que nos llevaría sin remisión a otra guerra de guerrillas donde los mamporros vuelen desde todas las esquinas del salón de plenos. No parece haber otra alternativa a la galopante ingobernabilidad, que sin duda empeora la situación por momentos y facilita que los burócratas insurrectos que enchufan los partidos, vuelvan a las andadas. De nuevo nos encontramos ante un caso de esos, que «tanto gustan» en los foros cibernéticos de obstinada contaminación partidista, calentando y manipulando las redes sociales mediante  primados correligionarios.                                                                             

Hasta principios del dos mil eran los electores quienes, con su forma de expresión del voto, hacían que representatividad y gobernabilidad fueran de la mano. Hoy, los viejos clanes de la “logia caciquil” que mueven los hilos y ostentan el poder, siguen avasallando a la ciudadanía y ninguneando politiquer@s serviles que mudan la piel rápidamente por el “ansia de trincar”.                                                                                                                                                                                                    

 

COLECTIVO «EN CLAVE TRANSPARENTE»