EL SUEÑO AMERICANO DE UN MURCIANO ENGAÑADO, COMO SIEMPRE.

 

CRÓNICA DEPORTIVA DE JOSE MARÍA QUEVEDO.- Lo recuerdo como si fuera ayer mismo, cuando colaboraba en aquella Escuela de Periodismo que fue el DIARIO LÍNEA, con sus viejas instalaciones en la calle Jara Carrillo que años más tarde quedaron inauguradas en la Fama por el ministro Ricardo de la Cierva y el entonces director Cano Vera, un tipo joven cargado de experiencia y nuevos métodos de hacer periodismo. En aquella Redacción, la primera, la de Jara Carrillo en donde hoy está el Colegio de Arquitectos, no cabíamos todos pues pasamos de una plantilla de cinco redactores a nueve, y a peor cuando llegaba Juan Ignacio Ibarra y su troupe o equipo de colaboradores que no cobraban ni un duro pero disfrutaban con el REAL MURCIA, de nuestros amores. Los teléfonos sonaban enloquecidos, algún que otro taco fuerte que enfurecía al dire de aquel monstruo de periódico lleno de gente joven y hasta con dos redactoras. Una ex monja y una ex numeraria del Opus, que descubrimos una noche de copas al cierre de la edición.

Era cuando el Real Murcia y sus peñas ardían de entusiasmo, si, años del franquismo, pero en Primera. Un año si y al otro no, pero a los pimentoneros se les respetaba. Tenía solera y una vez descendido volvía como un huracán a la Liga de Honor. Acompañábamos al equipo en sus desplazamientos para mandar crónicas in situ, vía telefónica o por los teletipos que ardían de entusiasmo y emoción. Reforzamos las páginas de información local, provincial y aumentamos las deportivas, lo que permitió al periódico dar un salto cualitativo y variedad con noticias de otros deportes. Una fiesta aquellos lunes de goles.

Hoy me echo a la cara las páginas deportivas de los diarios locales, y nos entran ganas de llorar. El Murcia ha pasado años malos, pero lo de ahora es un drama en virtud de los negocios y espectáculos que de tanto tirar del frasco la leche se ha derramado en mala hora, no solo en la REGIÓN.

 

 

 Hemos ido dando tumbos, pero con redes murcianistas. Hoy los tumbos tienen como un olor fétido de negocios sucios y política electoralista viendo a los «líderes» buscándose el lado bueno para la fotografía de rigor para salir en los papeles. O la voz en la emisora, en aquel entonces en la famosa Radio Juventud de Adolfo Fernández y su cuadrilla de artistas de la radio. Hoy rutina.

Pero a lo que iba, el club histórico, casi se me saltan las lágrimas, hoy es pura filfa de tanto pasar de mano en mano y a punto de caer en las de otro tiburón de las finanzas para embolsarse millones cambiando, vendiendo o cediendo jugadores con una afán ávaro bajuno.

Entramos en la centrifugadora política a la llegada del millonario y cazarecompensas  y empezó la caída vertical. Samper y familia metió al legendario club en un circo, en una urbanización de lujo, que resultó de pena y en aquella fantasmada de la Paramount Pictures que iba a dar «miles de puestos de trabajo» y la terminaron jodiendo. La puja por los restos del Club sigue en la almoneda del lado oscuro del fútbol español cuajado de fichajes codiciosos tras una pelota que no entra en puerta, y nos amargan la vida. Seguimos en la Segunda B, y lo que es peor, según leo hoy en un periódico errante, la crisis puede estallar si no se les aparece la virgen de Fátima. Titulan: «A GALVEZ SE LE ACUMULAN LOS PROBLEMAS. El presidente del Real Murcia no solo tendrá que pagar 500.000 euros que le reclaman los jugadores sino que además tendrá que poner sobre la mesa el aval de doscientos mil euros». Brutal, la deuda asciende a 53 millones, es lo que dicen. Desconfío.

Del declive del Real Murcia la culpa es de muchos, pero fue a peor cuando los políticos entraron en juego y fallaron todos los penaltis que pitaron los jueces, y cuando digo jueces, me refiero a los profesionales del derecho, jueces y fiscales con la escandalera consiguiente.

Hemos retrocedido cuatro o cinco décadas después, las soluciones no llegan porque tampoco  llega la pasta y cabezas bien amuebladas, sino personajes oscuros oliendo a carroña, y encima el presidente de la federación murciana, Monje Carrillo, el cuñadísimo de Valcárcel, otro que bien baila, dice que se lava las manos con el asunto de los avales. Eso sí, pone las manos para recoger los billetes de su abultado sueldo anual que ronda los setenta mil euros, el mismo pastón que cobra el presidente de la Comunidad Autónoma. No solo estamos a la cola de los sueldos más bajos del país, sino también en el fútbol en el que las ganancias se quedan en los despachos oficiales.                    

 

 

JOSE MARÍA QUEVEDO