LA MAYORÍA DE LOS ESPAÑOLES NO DESEAN RESUCITAR MUERTOS DE LA GUERRA CIVIL

 

La inmensa mayoría de los españoles, según las encuestas hechas públicas en los últimos dos años, rechazan el proyecto socialista. Podemos, de abrir viejas heridas de la guerra civil española para resucitar muertos con la intención inequívoca de utilizar dicho proyecto como arma política en la ya excesiva crispación  que vive España desde que aparecieron como devastadores los líderes de Podemos y sus secuaces independendistas de la extrema izquierda vinculada ideológicamente a la siniestra banda etarra. E incluso al mundo del terrorismo islámico que asola medio mundo y con tenacidad a la Unión Europea. Recordemos que fallecido el caudillo Franco, los demócratas creímos que ETA dejaría de asesinar a mansalva, Craso error, los extremistas suelen ser irracionales, fanáticos y mentalmente enfermos.

Ahora toca, nuevamente, el manido tema de sacar al general Franco de su tumba del Valle de los Caídos con el propósito muy claro de montar un número mediático espectacular meses antes de convocar elecciones, y empujar al Partido Popular a «que se retrate» ante la opinión pública nacional e internacional y presentarlo como un «residuo del franquismo». Total, ganar votos utilizando a los muertos  de aquella bárbara guerra civil y a la vez manipulando a sus familiares. La ley aprobada bajo la presidencia de ZAPATERO tuvo una intención positiva, pero inmediatamente fue convertida en pieza arrojadiza contra la otra España y en factor repugnante de lucha electoral utilizada por la extrema izquierda y los que impulsan, desde las sombras, un nuevo enfrentamiento sangriento, como se ha observado en el reciente golpe catalán. La idea de sacar a Franco ha nacido de nuevo de los talleres zapadores de Pablo Iglesias con la idea de provocar, sin duda, al partido socialista, invitándole a la idea de limpiar el Valle de los Caídos, luciendo un maniqueismo y sectarismo envenenado que sitúa a Pedro Sánchez en la complicada situación de tener que pronunciarse a favor, en contra o de dar larga al espinoso asunto, que  restaría votos por la izquierda del PSOE o por su sector más moderado. Es una pinza trampa que pone en el alambre circense a los dos partidos constitucionalistas, al bipartidismo, a destruir y en menor medida a Ciudadanos. La estrategia de Pablo Iglesia es la de romper, destruir y provocar reacciones de violencia, tensiones, crispación y sobre todo malestar social, planteando una crisis, otra más, en el seno de la sociedad española una vez más provocada por el neocomunismo populista. Es la  vieja estrategia del DIVIDE Y VENCERÁS. Realmente no se trata de la disyuntiva de sacar el cadáver de Franco y mañana el de José Antonio Primo de Rivera, sino de una estrategia maquiavélica patológica. Un tumor político ya detectado por los electores como demuestran las recientes encuestas que auguran una fuerte caída de un rancio populismo que es capaz de coaligarse con la extrema derecha italiana. Dentro del alma de estos personajes anida un fascismo carente de escrúpulos, como sucedió en la Alemania nazi con Adolfo Hitler que ganó dos elecciones predicando un populismo de corte radical nacional-socialista que condujo a Europa al matadero. Es curioso que también Pablo Iglesias nos hable a veces de la patria, al estilo de las dictaduras latinas.

 

 

Prudencia, mucha prudencia porque la nación vive momentos críticos que pueden hacer estallar viejos resentimientos familiares si un loco y sus socios prenden fuego al monte. Personalmente la ley de Zapatero la supe entender, pero se dejó en el tintero que en la guerra se ejecutaron con suma vileza y venganzas personales, en ambos contendientes, decenas de miles de españoles inocentes, sacerdotes, adversarios ideológicos y simples ciudadanos de a pie por el solo hecho de votar a un partido u otro. Personalmente puedo contar que en mi familia sufrimos el horror de una guerra entre hermanos. Hasta hoy no hemos podido encontrar los restos de un tío sacerdote, vicario de Marbella, y otro muerto por los brigadistas belgas. Nadie, pero nadie del gobierno de este o aquel de estos años nos han informado de nuestros derechos, eso sí, hemos perdonado y olvidado el pasado de luto, porque la gente de bien deseamos una España en paz, próspera y liderada por hombres de Estado y no por políticos afiliados a sectas religiosas de contenido ideológico que allí en donde han gobernado, han convertido a sus países en auténticas dictaduras, en cárceles abarrotadas y calles ensangrentadas como en Venezuela y hasta ayer en Nicaragua. Y en Grecia recortando las pensiones de seis millones de pensionistas. Se hunden.

Finalmente yerran quienes frecuentemente tratan de atizar el odio, quebrar la convivencia y resucitar a Franco para levantar barreras y abrir el camino a una extrema derecha a la espera de resurgir. Y lo peor, destruir la imagen de una España salida de la UVI, romper la Constitución y demoler la Democracia imperfecta pero con remedios, reformas, consensos y diálogo. Sería mejor no resucitar un nuevo franquismo sociológico por imprudencia temeraria a instancias de unos locos. Los perdedores seríamos todos los españoles, nuevamente los sufridores de los graves errores de políticos mercenarios. Tenemos que elegir entre la sensatez, la justicia bien administrada y para todos en igualdad de condiciones y sedimentar un futuro en paz. Que se vayan con Maduro, coño, y saquen a los venezolanos y nicaraguenses de las cárceles tercermundistas y den de comer al pueblo y medicinas a los enfermos en hospitales cerrados.      

 

 

JOSE JUAN CANO VERA