El euro no ha funcionado, por ahora, como motor de convergencia económica entre los países de la Eurozona. En el periodo 1999-2016, la brecha de renta per cápita entre países ricos y pobres se ha mantenido o incluso se ha incrementado, mientras que los países de la UE que no acogieron la divisa única en 1999 han registrado de forma general un mayor crecimiento y convergencia. Aunque el euro no es el principal culpable de esta situación (correlación no siempre implica causalidad) sí ha podido enmascarar los problemas de algunos países que ya venían de largo y, por ende, ralentizando las reformas para subsanarlos. 

La brecha de ingresos sigue siendo muy grande entre los países de la Eurozona, y queda demostrado que el euro no ha servido como catalizador para reducir la desigualdad, según destacan varios economistas en el documento Real convergence in the euro are: a long-term perspective (Convergencia real en la Eurozona: una perspectiva a largo plazo), publicado por el Banco Central Europeo.

No obstante, hay que recordar que la creación del euro tiene unos fines más relevantes, si cabe, que la búsqueda a corto plazo de la convergencia económica. Por ahora, el euro sí ha funcionado como amplificador de una unión que comenzó hace más de 50 años en un continente castigado por las guerras y los enfrentamientos internos.

La entrada en la unión monetaria se consideró como un refuerzo económico, aumentando la confianza, reduciendo las barreras a las inversiones para impulsar el crecimiento de los países más rezagados y estrechando las primas de riesgo que pagaban los Estados con menor renta per cápita.

Poca o ninguna convergencia

«Es sorprendente, sin embargo, que haya habido tan poca convergencia entre los primeros países que adoptaron el euro, a pesar de sus fuertes diferencias en el PIB per cápita», asegura el documento. El BCE deja claro que sus publicaciones no representan la opinión ni la postura de la institución. Los 11 países que entraron en el euro desde su nacimiento son: Alemania, Austria, Bélgica, España, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Países Bajos y Portugal; y que ingresó Grecia en 2001.

«Al contrario que las expectativas iniciales que sostenían que la creación del euro actuaría como catalizador para una convergencia real más rápida, se ha producido poca convergencia, si es que ha habido alguna, durante todo el período 1999-2016», sostiene.

«Mirando el periodo al completo (1999-2016), hay falta de convergencia real entre los países que adoptaron el euro al principio, en 18 años los países con bajos ingresos no han reducido la brecha, por ejemplo España, mientras que para otros incluso se ha incrementado, como es el caso de Grecia», reconoce el informe.

Por si esto fuera poco, países como Italia, que entraron en el euro dentro del grupo siendo parte del grupo de naciones con elevados ingresos, ha registrado el peor comportamiento de todos. Es decir, para Italia, la llegada del euro ha supuesto un fuerte aumento de la divergencia de ingresos con los países más ricos de Europa.

Aunque el shock financiero global de Lehman explica en parte las divergencias observadas en los países mencionados anteriormente, «también han estado en juego algunas explicaciones más arraigadas y específicas de cada país». Irlanda, por ejemplo, a pesar de la fuerte crisis sufrida entre 2008-2013, ha mostrado una mejora relativa durante todo el período y se ha mantenido entre los países de mayores ingresos.

El bajo rendimiento del crecimiento en algunos países de la zona del euro ha limitado claramente el rendimiento general de toda el área, que ha registrado un modesto aumento del PIB per cápita desde 1999, concluye el informe de los economistas del BCE.

Esto no ha sido así para los países que entraron en la Unión Europea, pero que han tardado más tiempo en acoger la divisa única o que no lo han hecho todavía. «Desde 1999 el grado de convergencia real ha tenido lugar en la mayoría de miembros de la Unión Europea. Tanto los países que no han entrado en el euro como los que lo aceptaron en 2002 han tenido un rendimiento mejor que los doce países que inauguraron la divisa única en el periodo 1999-2016», destaca el documento.

En particular, Lituania, Estonia, Letonia, Rumanía y Eslovaquia han logrado el mayor gran de convergencia entre los países de la UE. También resulta interesante el éxito de la República Checa o Polonia.

Italia registró el peor comportamiento relativo, seguida muy de cerca por Grecia. Los avances iniciales, producto del ciclo 1999-2007, han sido absolutamente anulados por la doble crisis que ha sufrido el bloque en 2007 y 2012.

El euro y la deuda

A pesar de todo ello, el estudio concluye sentenciando que el euro por sí solo ni aumenta ni dificulta la convergencia, pero sí ha servido para ‘esconder’ con deuda los problemas que algunos países acarreaban desde hace tiempo. En el caso del sur de Europa, probablemente enmascaró grandes problemas que se venían reproduciendo antes de la creación de la moneda común, sostienen los expertos.

Es más probable que entre las causas de divergencia estén un bajo crecimiento de la productividad, una gestión institucional débil y un uso deficiente de la inversión, más que la rigidez de la moneda única, según el estudio.

Los esfuerzos por las reformas y la reciente recuperación del bloque podría está cambiando esta tendencia, la convergencia económica asoma la cabeza, aunque es demasiado pronto para concluir si los cambios son cíclicos o más estructurales.

En la actualidad, Irlanda y España están una vez más cerrando la brecha de ingresos, mientras que muchos de los otros al menos ya no se están quedando atrás. Portugal también ha comenzado a crecer con estabilidad en los últimos años, lo que seguro ayudará a incrementar esta tendencia de convergencia.

 

 

 

 

 

 

FUENTE: ELECONOMISTA