– Buenas, ¿es ahí el referéndum?

– Sí, aquí es, ¿quiere hablar con Puigdemont?

– Que se ponga.

– Soy Carles Puigdemont, Caudillo de Cataluña por la gracia de la CUP y Generalísimo de sus Ejércitos de Tierra, Mar y Aire.

– Pues yo soy Gila, comandante del IV Comando para la independencia de Cartagena, ciudad que tiene una gloriosa historia secesionista. ¿Qué me aconseja?

– Debe usted movilizar su División Acorazada porque sin tanques no se consigue nada. Convoque a los tractores del campo de Cartagena y que bloqueen los edificios oficiales. Y además tiene usted que contar también con una Unidad Especializada del Ejército. A nosotros nos fue muy bien la División de niños de diez años a las órdenes directas del general Arturo Mas. Y a continuación, comandante Gila, dé usted instrucciones para que los vecinos utilicen, como urnas, las papeleras de su casa, tarjetas de visita para votar y que se pueda depositar el voto en cualquier sitio. No olvide inventarse 4 centenares de heridos por las cargas de la Policía.

– Es que en Cartagena policías y guardias civiles son muy respetuosos.

– No sea usted tan cándido, comandante Gila. Busque fotografías de los niños apaleados hace cuatro años por los Mossos d’Esquadra aquí en Barcelona y las multiplica a través de las redes sociales. Después, ¿tendrá usted ancianas?

– Sí, Caudillo, tengo cuatro.

– Pues que se impregnen la cara con salsa de tomate.

– ¿Algo más?

– Sí, para autentificar aún más el referéndum, que una de sus ayudantes diga ante la Sexta que le han roto todos los dedos uno a uno y que además le han tocado las tetas.

– ¿Falta algo, Caudillo de Cataluña?

– Pues claro. Tiene usted que inventarse el resultado, proclamando el 90% de síes. Después anuncia su comparecencia en el Pleno Municipal. Allí proclama la independencia de Cartagena y a continuación la suspende para iniciar un diálogo.

– Pero entonces, ¿hay o no hay independencia?

– Eso ya se verá, alma de cántaro. Con esa ambigüedad evitará que le metan a usted en la cárcel, que la sombra de los barrotes es muy dolorosa.

– Cuelgo ya el teléfono, Caudillo Puigdemont, y me pongo al trabajo, aunque no sé si estaré a la altura de usted ni en la mentira ni en la farsa. Eso es casi imposible.

Luis María Anson, de la Real Academia Española.

 

 

FUENTE: ELMUNDO