PALOMA ESTEBAN

 

El precio de la energía marcará el otoño político y la oposición vuelve a distanciarse en su estrategia. Los populares piden no caer en la ‘trampa’ de Abascal y evitar la calle.

 

La escalada del precio de la luz no solo ha marcado el arranque del nuevo curso, sino que acaparará la agenda política en otoño y amenaza con seguir desgastando al Gobierno. Los partidos de la oposición centrarán su discurso en un tema especialmente sensible para la ciudadanía más vulnerable, pero también evidenciarán su distanciamiento. Frente a la estrategia de Vox de calentar las calles y capitalizar el descontento social con manifestaciones, el PP sigue apostando por explotar la vía institucional. Génova, que no quiere más fotos de Colón, tiene claro que su partido debe ganar la partida en el Parlamento y obviar la confrontación que busca su rival por la derecha.

Por eso, el grupo parlamentario en el Congreso dará prioridad al recibo eléctrico en sus iniciativas y en el control a los ministros, igual que el discurso de los dirigentes autonómicos y la dirección nacional. «Ni un respiro al Gobierno», reconocen fuentes de la cúpula, evitando a toda costa caer en la ‘trampa’ de Vox. El PP aprendió la lección con los indultos y, aunque se vio forzado a acudir a la manifestación de Colón, consiguió sortear la foto conjunta. Dejó claro que no habría más veces. Renunció entonces a competir por el malestar de la calle, una plaza en la que gana Vox, y la hoja de ruta no se moverá más.

En realidad, las discrepancias de los dos partidos son también muy hondas en los contenidos. Mientras que los populares apuestan por reducir la factura de la luz sacando los costes no energéticos del recibo y bajando más los impuestos, el partido ultra no ha dudado en emprender una campaña contra «los intereses extranjeros y globalistas», exigiendo volver a generar energía dentro de España.

Los populares afrontan un curso político clave como antesala al próximo ciclo electoral, liderando las encuestas y confiados en que la convención nacional será el punto de partida. Casado mantendrá una agenda intensa en el mes de septiembre hasta el primer fin de semana de octubre, cuando será el colofón del cónclave en la ciudad de Valencia. A partir de ese momento el PP planea ir escenificando la única alternativa a Sánchez y, para eso, reconocen en la formación, es necesario seguir liderando los sondeos.

La remodelación del Gobierno que Sánchez impulsó en julio para abrir una nueva etapa no ha tenido grandes efectos en los sondeos para el PSOE, y el PP se plantea como principal reto mantenerse en cabeza: «La barrera psicológicade estar en todas las encuestas muy por encima de los 100 escaños, en una horquilla de 120 hasta incluso 130 es esencial para nosotros», reconocen en la cúpula. No esconden además que los últimos reveses que ha sufrido el Ejecutivo (el recibo de la luz y los enfrentamientos en el seno de la coalición) les benefician para encarar septiembre, pendientes de ver cómo evolucionan los próximos meses con la llegada de los fondos europeos.

La relación con Vox en futuros gobiernos

Para el PP el cambio de tendencia es un hecho desde hace tiempo, pero las mismas encuestas sitúan al partido ultra como actor necesario en cualquier futuro Gobierno popular. Más todavía con el hundimiento de Ciudadanos que los estudios también certifican, dejando al partido de Inés Arrimadas en apenas dos diputados. Génova no quiere hablar de futuribles y, de ahí, que evite a toda costa considerar a Vox como socio prioritario a pesar de que no hay otra opción.

El estancamiento del partido de Abascal en las últimas encuestas (si se tiene en cuenta el caso de Madrid, ya que en Cataluña dieron el sorpaso) es la carta que quiere jugar el PP hasta el final, confiando en que si Casado se proyecta como la única alternativa a Sánchez habrá un trasvase de votantes definitivo. De ahí que la orden de Génova, también en las comunidades, haya sido obviar el debate de poder compartir gobiernos en el futuro con Vox, insistiendo en desechar esa idea en público. La victoria arrolladora de Isabel Díaz Ayuso es el modelo que persigue Casado, pero los sondeos pronostican que en el Congreso la formación ultra aguantaría con una fuerza bastante mayor.

Y esa es la verdadera incógnita en la relación que mantendrán ambas formaciones a partir de futuras citas electorales si Vox quiere empezar a gobernar, como es el caso de Andalucía, tal y como confirmó ya este viernes Iván Espinosa de los Monteros. El PP se ha ido distanciando de las posturas de su rival en asuntos capitales que seguirán siendo prioritarios para ambos: el recibo de la luz, la okupación ilegal e incluso la inmigración. La crisis de Ceuta disparó la tensión antes del verano, situando a la comunidad andaluza en el foco.

En esta autonomía se celebrarán los siguientes comicios y Vox aspira a contar con un suelo potente de electores. En las últimas semanas el partido ultra ha insistido en cargar contra el presidente de la Junta, Juanma Moreno, y continuar con las amenazas de desestabilización del Gobierno de populares y naranjas, repitiendo la idea de que adelantar elecciones es la mejor opción. La sangre no termina de llegar al río, pero los avisos son constantes y la dirección nacional de Vox ha ordenado mantener la presión en cotas máximas.