Vicente Raga

 

Menudo título, ¿verdad? Este artículo tan solo supone mi visión, a título personal, de la situación actual de Ciudadanos y su futuro. Casi nada. Os advierto que es un poco «tocho», así que vamos a ir por partes, para tratar todos los temas de una manera más o menos organizada:

ESPAÑA NO SUMA, RESTA

Ya ha pasado mucho tiempo desde de las elecciones vascas, para poder analizar, con la necesaria tranquilidad y objetividad, la unión del PP y Ciudadanos bajo el paraguas de «España Suma». Y el paraguas no ha aguantado el chaparrón. Nada sorprendente, por otra parte. Ciudadanos ha obtenido dos diputados que jamás hubiera logrado en solitario, pero ese no es el camino. El precio no compensa.

Por otra parte, el Partido Popular ya ha decidido, aunque no lo digan con demasiada claridad, no repetir la fórmula. Son conscientes de que esta unión no les aporta nada. Ya pasó su momento de debilidad y, ahora, se sienten fuertes. También conocen la memoria de pez de los españoles, que, en una parte significativa, han olvidado tantos y tantos años de la corrupción bochornosa de un partido que no ha terminado de regenerarse.

Su maquinaria está engrasada y preparada para convencer a los votantes de que vuelvan al redil de ese bipartidismo, que tanto daño ha hecho a la democracia en los últimos veinticinco años, con concesiones vergonzosas a los separatistas por parte de ambos bandos. De aquellos polvos vienen estos lodos.

ELECCIONES CATALANAS

Me parece muy acertada la decisión del Comité Permanente de Ciudadanos de situar como candidato a President de la Generalitat a Carlos Carrizosa, abogado, persona íntegra donde las haya, con un gran bagaje político y cultural, curtido en mil batallas en el Parlament de Catalunya. Sin desmerecer a Lorena Roldán, creo que Carlos posee un perfil más adecuado, y Lorena ha hecho bien en apartarse. Es de personas inteligentes saber hacerlo en el momento adecuado, y ella ha estado a la altura. Un diez.

Pero no nos engañemos. Carrizosa y Ciudadanos se van a pegar un tremendo castañazo en las elecciones, sean cuando sean convocadas. Con toda probabilidad, pierdan, siendo optimistas, la mitad de sus diputados. Va a ser muy duro pasar de brillantes triunfadores a cuarta o quinta fuerza política en el Parlament. No será fácil de digerir. Ojalá me equivoque, pero el partido maneja esos mismos números.

Cometieron dos errores después de su histórica victoria. El primero, no acudir a la investidura habiendo ganado las elecciones. La excusa de que Inés Arrimadas iba a perder no caló en la inmensa mayoría de los ciudadanos, que no la comprendieron, sobre todo los que la votaron. Y todavía lo hicieron menos con su marcha a Madrid, habiendo ganado las elecciones. Aunque esta segunda decisión se debió a cuestiones personales y no políticas, eso la gente no lo sabe. Solo vieron a una lideresa que abandonaba Cataluña.

En cuanto a la estrategia, en mi opinión, es un error proponer alianzas preelectorales al PP y al PSOE. A este último porque va a experimentar un importante crecimiento en solitario, recuperando el llamado «cinturón rojo» de Barcelona, que en las últimas elecciones le arrebató Ciudadanos. No solo no necesitan para nada al partido naranja, sino que les molesta, ya que les van a sobrepasar. Es un brindis al sol, no aceptarán jamás.

En cuanto al PP, Casado se lo está pensando, pero manejan encuestas internas que les dan una subida en intención de voto directo, yendo en solitario. Entonces, ¿de qué les sirve unir sus siglas a un partido que se va a pegar un batacazo? El resultado que van a obtener, aunque todavía muy modesto, para ellos será un gran éxito que así venderán, viendo los precedentes de las desastrosas elecciones anteriores. Sin embargo, si se coaligan con Ciudadanos, el titular y las sensaciones podrían ser negativas.

¿Qué consigue Ciudadanos proponiendo estas alianzas? Muy sencillo, mostrar debilidad. Creen que la gente lo percibe como algo positivo, como la unión de las fuerzas constitucionalistas en contra de los separatistas (aunque el PSC juegue peligrosamente con ese concepto), cuando, en realidad, la gente no es tonta y lo percibe como algo negativo, como debilidad.

La política no es lo que cada partido se cree que es, o dice, sino cómo ese mensaje que transmite es percibido por la ciudadanía. Esta frase se la tendrían que grabar a sangre y fuego los dirigentes de Ciudadanos, que no parecen comprenderla, con una estrategia confusa para el pueblo en estos últimos tiempos, que, no olvidemos, es el que vota y decide.

 

 

EL FUTURO DE CIUDADANOS

Ya llegamos al meollo del análisis. Si tan negra se presenta la situación a corto plazo, ¿tiene futuro Ciudadanos? Desde luego que sí, pero si se olvida del «cortoplacismo» y asume que, en los próximos dos años, al menos, va a sufrir severos reveses electorales. En realidad, estos no importan en absoluto. Si estuviéramos hablando en términos económicos o bursátiles, el mercado ya lo da por descontado. Arrimadas no será la responsable de ellos, aunque la maquinaria propagandística bipartidista así lo vaya a destacar. De nada sirve tomar decisiones precipitadas y poco reflexivas para intentar salvar lo insalvable.

¿Entonces cómo se debería actuar? ¿Coaliciones preelectorales? Desde luego que no. Ese no es un voto útil. Si te coaligas con el PP, para eso ya está el PP, y si lo haces con el PSOE, lo mismo. Ahora, las palabras clave para Ciudadanos deberían ser TRABAJO y, sobre todo, PACIENCIA. Trabajo con sentido común, para intentar demostrarles a los españoles que han vuelto a la senda de la utilidad, y, sobre todo, paciencia, no tomar decisiones con la última encuesta en la mano. Hay que pensar a 2/3 años vista, es decir, establecer una estrategia a medio plazo. Rearmarse internamente y cohesionar un partido roto. Si, roto. Roto por la ilusión que desbordaba el movimiento ciudadano de los primeros alientos, ilusión que hay que recuperar a toda costa. Es muy triste escuchar a tus propios simpatizantes decirte que no te van a votar (a nivel nacional) porque no te comprenden y sienten que su voto no sirvió para nada la última vez que te lo «prestaron». No olvidemos que el votante de Ciudadanos es muy crítico, medita su voto y, si no le convence lo que ve, o se queda en casa o vota a otra formación. La recuperación, si consiguen que se produzca, no será cuestión de meses, sino de años. Tampoco hay que olvidar que la casa se empieza por los cimientos. Eso debería ser lo prioritario ahora mismo, no si Ciudadanos va a sacar 15 o 20 diputados en Cataluña.

Sería un buen comienzo aplicar internamente lo que nos atrevemos a pedir a los demás. Formar una estructura interna meritocrática de verdad, a nivel de cada autonomía, que los comités no los conformen los cuatro amiguetes que todos conocemos, que acumulan mil cargos, y los «trepas» que nada aportan. Muchos de estos comités son como la alineación del Real Madrid de hace algunas décadas. Antes de saltar al campo todo el mundo la recitaba de memoria, es decir, los mismos de siempre. Hay que repartir y no acumular cargos.

Las bases de Ciudadanos son absolutamente increíbles, hay gente preparadísima y con muchas ganas de trabajar para el proyecto, pero parece que «siempre son los mismos los que juegan». A mi me han llegado a preguntar, para mi absoluto bochorno ¿pero es que no tenéis a otros? Ahora es el momento de ser valientes y apostar por personas que vuelvan a ilusionar a los simpatizantes y levantar esa ola naranja, que un día fue un auténtico vendaval.

Por la otra parte, el principal objetivo de Ciudadanos debería ser recuperar su esencia, el motivo por el que tantos españoles le confiaron su voto. Su utilidad desde el centro y el sentido común. Hacer inútil el permanente chantaje al Estado por parte de los secesionistas.

Parece que haya pasado mucho tiempo, pero hace un año, Ciudadanos tenía 57 diputados en el Congreso. Una inmensa mayoría de sus votantes perdieron la confianza con el partido naranja, ya que sintieron que su voto no había servido para nada. En ese momento, esa esencia de Ciudadanos se diluyó a los ojos de los españoles. Había perdido su utilidad, su principal razón de ser. Sus dirigentes deben ser conscientes de que la confianza es difícil ganarla, muy fácil perderla, pero todavía es más complicado recuperarla, si es que se consigue, que nada lo garantiza. Había costado años que la gente comprendiera el sentido de la existencia de un partido como Ciudadanos, y costó apenas diez minutos que dejaran de hacerlo.

En cuanto a las coaliciones postelectorales, habría que preguntarse, ¿por qué el principal rédito político lo está obteniendo el PP y no Ciudadanos? Según las últimas encuestas, en Andalucía y Madrid, el PP está sacando mucha ventaja a Ciudadanos, que va cuesta abajo. ¿Qué falla? ¿La comunicación, eterno problema de Ciudadanos, o es algo que va más allá? No olvidemos que el voto autonómico arrastra el voto nacional.

Tampoco perdamos de vista que el PP está esperando la defunción de Ciudadanos, y hará todo lo posible para que se produzca, ya que confía en «recuperar» esos presuntos votantes, que multiplicarían sus escaños, gracias a esa fantástica ley electoral que tenemos en España, que premia al bipartidismo y a los partidos nacionalistas.

Muchas han sido las cuestiones las tratadas en este análisis y otras muchas que se me han quedado en el tintero, pero la principal conclusión es que Ciudadanos es un proyecto vivo, pero no debe entrar en «modo pánico» por los resultados inmediatos. Debe serenarse, asumirlos y trabajar a medio plazo desde el sentido común y, sobre todo, contando con las formidables bases, aprovechando su enorme talento y valor. A Ciudadanos le queda tan solo una bala y España necesita que acierte.