ÁLVARO NIETO

 

Decían los clásicos que los votos de los españoles se concentraban en el centro del espectro político, y las elecciones generales de este 28 de abril lo han vuelto a demostrar. Por mucho que cada vez haya más partidos en liza, y algunos de ellos bastante radicales, los ciudadanos siguen apostando por aquellos que perciben como más moderados.

Obviamente, el gran ganador de estas elecciones ha sido Pedro Sánchez, que ha sabido rentabilizar al máximo sus diez meses en La Moncloa y concentrar en torno al PSOE el voto útil de la izquierda frente a la amenaza de un posible tripartito de la derecha. Su victoria no es rotunda, pues se queda en el porcentaje de voto que en 2011 logró Alfredo Pérez Rubalcaba, pero será suficiente para seguir gobernando.

Sánchez tiene dos opciones. Una pasa por pactar con Podemos y buscar la complicidad de los nacionalistas vascos y de los independentistas catalanes. La otra opción sería buscar un acuerdo con Ciudadanos, posibilidad que dotaría al Gobierno de mucha más estabilidad parlamentaria, pues no haría necesario ningún otro apoyo.

Como es lógico, anoche el presidente fue responsable y lanzó los mensajes adecuados, tanto a los mercados financieros como a Bruselas, subrayando que buscará formar un Ejecutivo con una sola condición: «El respeto a la Constitución». Y añadió que será un Gobierno «proeuropeo».

No se necesita ser un lince para entender que esos mensajes pretendían trasladar la idea de que intentará pactar con el otro triunfador de la noche, Albert Rivera, cuya formación, Ciudadanos, ha subido 25 escaños y se ha quedado a apenas 200.000 votos del Partido Popular. Y eso a pesar de que en la calle Ferraz el grito que más le repitieron a Sánchez fue «con Rivera, no».

¿Fue acertado vetar al PSOE?

El problema es que Rivera llegó a estas elecciones con un veto tajante a cualquier posibilidad de pacto con el PSOE. Visto su crecimiento, cabría concluir que ese cordón sanitario a Sánchez ha sido un éxito. Sin embargo, siempre quedará la duda de si podría haber obtenido un resultado todavía mejor si hubiera dejado abierta la puerta a pactar con el PSOE: quizás de esa forma no habría habido tanta movilización entre esa parte de la izquierda que no suele votar y que esta vez, alarmada ante la posibilidad de que Vox llegara al poder de la mano de PP y Ciudadanos, tocó a rebato ante las urnas.

Sea como fuere, lo cierto es que Ciudadanos hace meses que apostó por una estrategia: sustituir al PP e intentar convertirse en la formación hegemónica del centro-derecha en España. Y los resultados de ayer le dejan a las puertas de conseguirlo. «Vamos a controlar al Gobierno desde la oposición y algún día gobernaremos España», subrayó anoche el líder de la formación naranja, disipando cualquier duda sobre un posible acuerdo con Sánchez.

Rivera tiene que elegir: o la estabilidad de España o un posible futuro más halagüeño para él y para su partido

Por mucho que él se niegue a verlo, Rivera tiene un importantísimo dilema encima de la mesa de su despacho de la calle de Alcalá: o pacta con Sánchez por el bien de España y para evitar que caiga en manos de Podemos y de los nacionalistas/independentistas o insiste en una línea dura de oposición al PSOE con el ánimo de intentar darle el sorpassodefinitivo al PP en las próximas elecciones. Rivera tiene que elegir: o la estabilidad de España o un posible futuro más halagüeño para él y para su partido.

No será fácil y habrá presiones de todo tipo. Y no es descartable que para formar gobierno tengamos que esperar hasta septiembre antes de que el fruto esté maduro. Como tampoco hay que desechar la idea de que pueda haber una repetición de las elecciones en otoño, que quizás sea el escenario con el que esta noche haya fantaseado Rivera… para así darle la puntilla definitiva al PP de Pablo Casado.

Y por lo que respecta a los populares, la conclusión está clara. Se vuelve a confirmar que cuando el PP abandona el centro pierde votantes. Casado viró el partido a la derecha ante la amenaza de Vox, pero los datos han demostrado que ha sido un mal negocio y que la pujanza de Santiago Abascal no era tan fiera como se esperaba.

Casado no piensa dimitir, que es lo que cualquier político serio habría hecho si con él al frente su partido se desploma a menos de la mitad de diputados. El líder del PP es joven y sabe que la vida da muchas vueltas, por eso alberga la esperanza de que los votantes de derechas se hayan dado cuenta de que la fragmentación del voto es perjudicial… y que dentro de un mes vuelvan al redil del PP cuando llegue la hora de votar en las europeas, autonómicas y municipales del 26 de mayo. «Trabajaremos para recuperarnos», dijo anoche Casado en una intervención funeraria junto a Teodoro García-Egea y Adolfo Suárez Illana, los tres con rostro serio, trajes negros y corbatas oscuras.

El ‘milagro’ de Podemos

Respecto a Vox y Podemos, los españoles les han colocado casi en el mismo plano. Dos extremos que se tocan cuando dicen que quieren acabar con el establishment y con la tiranía de la Unión Europea, pero que difícilmente podrán ser algún día opciones mayoritarias en España porque, como se ha demostrado, el país es mucho más moderado que ellos.

Dicho lo cual, hay que reconocer que lo de Pablo Iglesias ha vuelto a ser casi un milagro. Es verdad que se ha dejado unos cuantos escaños por el camino, pero ha conseguido movilizar a casi todos sus votantes de hace tres años, y eso a pesar del chalé de Galapagar y de que esta vez se presentaba sin las mareas en Galicia y en la Comunidad Valenciana. Y en esa competición, precisamente, los que han quedado mal han sido En Marea, que no obtiene escaños, y Compromís, que pasa de 4 a 1. Iglesias les ha ganado su particular pulso.

No obstante, la parte más negativa de los resultados de este domingo está en el auge de los regionalistas, nacionalistas e independentistas. Del lado catalán, hasta ahora tenían 17 escaños y pasarán a disponer de 22 (15 de ERC y 7 del partido de Puigdemont). Del lado vasco, hasta ahora tenían 7 y pasarán a contar con 10 (6 del PNV y 4 de Bildu). Y luego, para colmo, Coalición Canaria pasa de 1 a 2 y entra en el Congreso el Partido Regionalista de Cantabria con un asiento. 

Semejante crecimiento de escaños que buscarán el interés de una parte de España en lugar del bien común sólo tiene una explicación: la movilización masiva de sus votantes en un momento en el que existía el riesgo (más ficticio que otra cosa) de que pudiera llegar al poder un partido como Vox que proponía suprimir las comunidades autónomas. El voto del miedo surtió efecto.

Por último, confiemos en que más pronto que tarde alguien le ponga el cascabel al gato y afronte de una maldita vez la reforma de la ley electoral, porque no puede ser que Bildu saque 4 escaños con 259.000 votos y que el Partido Animalista, que ha recibido 326.000, se quede fuera del Congreso de los Diputados. Mejor estaríamos con los defensores de los animales que con los de los etarras.