A su parroquia de de la Costa del Sol acuden, entre otros, aristócratas como la princesa María Luisa de Prusia o el conde Rudy

Todo el mundo le llama don Pedro, es el sacerdote más querido de la parroquia Virgen Madre de Nueva Andalucía de Marbella. Y eso era hasta ahora: el «párroco», sin más. Pero el apellido del carmelita, Villarejo, puso tras la pista a sus feligreses, que al final han sabido que el sacerdote, Pedro Villarejo Pérez, es el hermano mayor del excomisario del Cuerpo Nacional de Policía José Manuel, actualmente encarcelado.

Algunos de sus parroquianos, sabedores de lo que ya es un secreto a voces, le miran con curiosidad y no le dan importancia, aunque sí se preguntan: «¿De verdad que es el hermano del comisario Villarejo? En todas las familias tiene que haber caínes y abeles», comenta a El Confidencial una de las feligresas de esta iglesia, ubicada en Nueva Andalucía, una de las zonas mas prósperas de Marbella. A esta parroquia acuden, entre otros, aristócratas como la princesa María Luisa de Prusia o el conde Rudy.

Desde que, en septiembre de 2016, el sacerdote Pedro Villarejo arribara al municipio marbellí se hizo con un público cautivo. Su misa se llenaba de gente. Anteriormente, fue párroco de la iglesia San José de Estepona, donde el Ayuntamiento reconoció su labor eclesiástica y fue nombrado «hijo adoptivo» de la ciudad en uno de los actos de celebración del Día de Andalucía. El Consistorio quiso, así, reconocer todos los años de dedicación a los vecinos de Estepona que Villarejo llevaba desempeñando desde que llegó a la localidad en el año 2000.

Vivía con su madre

Don Pedro, cuando era párroco titular de la iglesia San José de Estepona, vivió con su madre hasta su fallecimiento en 2015. Ambos residían en el Mirador de la Cala, el mismo edificio donde, en el ático, la policía de asuntos Internos encontró una caja fuerte escondida detrás de un zapatero, con 300.000 euros en metálico, un disco duro de cinco teras, pasaportes en blanco y varios lingotes de oro. Todo pertenecía a su hermano, el excomisario Villarejo. Para aquel entonces el sacerdote ya estaba en Marbella.

De los cuatro hermanos que forman la familia Villarejo, fue don Pedro el que siempre estuvo al lado de la madre, Ángela Pérez Cerezo, y le acompañó en su enfermedad. Siempre estuvo muy unido a ella y le fascinaba la profesión de su progenitora: la de traer niños al mundo como matrona. La madre de los Villarejo se quedó pronto viuda de su esposo Pedro, droguero de profesión, y con el que tuvo a sus cuatro vástagos: Pedro, Beatriz, Antonio y José Manuel.

Pedro se formó en el colegio Virgen del Carmen de los Carmelitas Descalzos en Córdoba, lo que marcó toda su trayectoria religiosa. Su hermano José Manuel también estudio en ese mismo centro. Con 27 años, don Pedro se ordenó sacerdote carmelita y se licenció en Ciencias Eclesiásticas en la Facultad de Teología de Granada. Durante su episcopado ha sido sacerdote en Córdoba, Argentina. En una de sus publicaciones, él mismo dice: «Con más de veinte años, una novia lejos y una esperanza desbaratada, elegí ser carmelita». Después vendrían Granada, Sevilla y Ávila, donde ahondó en la vida de Santa Teresa de Jesús, de quien ha escrito el libro ‘La hora deseada’ (últimos días de Santa Teresa).

Parco en palabras sobre su hermano

En Marbella, la vida de don Pedro pasa por sus misas, su tertulia de los domingos en la COPE y, sobre todo, las conferencias sobre sus libros. A sus 73 años cuenta con la publicación de una veintena de obras. El último publicado se titula ‘Puerta de embarque’. El sacerdote reflexiona en él sobre sus experiencias vitales, sus inquietudes y los fundamentos de su vida. Son relatos de temática variada con un nexo de unión común y en el que denota un profundo conocimiento de los grandes autores de la poesía en castellano.

El libro se lo dedica al médico que le operó de la espalda en la Clínica Cenyt (según los documentos analizados por la Policía, su hermano blanqueaba presuntamente dinero con su socio a través de este hospital de lujo). En su dedicatoria le dice: «Al mejor neurocirujano y amigo, el doctor Martínez Canca, buen pastor de huesos y maneras». El día que presentó en Estepona su libro, apenas acudió gente de su parroquia de Marbella. En la homilía de unos días después, según expresa una de sus feligresas, «se enfadó mucho. Tiene bastante carácter y nos echó la bronca».

Los «sermones» de don Pedro

En noviembre de 2017, la juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela dictó prisión incondicional contra el comisario jubilado José Manuel Villarejo por pertenecer, presuntamente, a una organización criminal y también por los delitos de cohecho y blanqueo de capitales. Don Pedro ya llevaba un año en Marbella. El obispado le había destinado a esta nueva parroquia ubicada en la zona de Nueva Andalucía. Cuando suenan las campanas del albo edificio, los feligreses acuden y no se pierden ni un sermón de don Pedro, que desde el púlpito abunda en frases como: «La luz es el signo de la libertad: mientras más luz, mejor se elige» o «ser pobre no es carecer de cosas, sino saber prescindir de ellas cuando alguien las necesita». Nada es más cierto hoy que este «bienaventurados los pobres porque de ellos es el Reino de los Cielos».

FUENTE: EL CONFIDENCIAL