ENRIC JULIANA

 

El 11 de mayo de 1936 se oyó un sonoro bofetón en el palacio de Cristal de Madrid. Luis Araquistaín le arreó un sopapo a Julián Zugazagoitia, pocos minutos antes de que comenzase la solemne sesión de investidura de Manuel Azaña como presidente de la República. Dos socialistas frente a frente. La línea revolucionaria y la reformista. Araquistaín, director de la revista Leviatán, era el hombre de confianza de Francisco Largo Caballero. Zugazagoitia, director de El Socialista, era en aquellos momentos muy afecto a Indalecio Prieto

Los constantes enfrentamientos en la Federación Socialista de Madrid son leyenda. “El socialismo madrileño está en crisis desde 1931”, afirmó en una ocasión Josep Tarradellas. No iba mal encaminado. Recuperada la democracia, la FSM siguió siendo un avispero. Las pugnas entre renovadores y guerristas, dirimidas semanalmente alrededor de una mesa camilla en el hotel Suecia, asfaltaron el ascenso del aznarismo. Eso no es todo. La crisis terminal del Partido Comunista de España comenzó con durísimos enfrentamientos en el comité provincial de Madrid. Izquierda Unida pronto se convirtió en una jaula de grillos, y ahora le llega el turno a la constelación Podemos. Es el hado. La izquierda madrileña nunca falta a la cita cuando las cosas se complican en España.

Después de perder Andalucía, la izquierda se dirige al desastre en Madrid. Un desastre que puede ser la tumba de Pedro Sánchez. El PSOE sigue siendo un partido átono en la capital, mientras la estructura de Podemos se divide por arriba con la complicidad de los carmenitas descalzos que asisten a la simpática alcaldesa, una encantadora señora de setenta y cinco años que teje maniobras de lana mientras se declara ajena a los pasteleos de la política.

La enemistad entre Íñigo Errejón y Pablo Iglesias ha vuelto a estallar en el momento más crítico. Hay ideas distintas, desde luego. Errejón pretende liderar un movimiento de izquierdas transversal y un poco españolista, a juego con la época: una plataforma bonita en tiempos feos. Iglesias sigue creyendo en el Partido. Errejón, con notorios apoyos mediáticos, querría ser el nuevo Jorge Semprún mientras Pedro Sánchez se va desgastando. Iglesias, ahora un poco más carrillista, quisiera mantener un Podemos influyente junto al PSOE, mientras Irene Montero se prepara para el relevo.

El juego de tronos se ha roto en Andalucía. A Errejón le ha entrado un ataque de pánico al intuir que la gran bofetada a la izquierda en las elecciones de mayo podía acabar directamente en su cara: candidato a la presidencia regional de Madrid sin los deberes hechos. A Errejón, el más culto de los fundadores de Podemos, no le interesa la política local. Aceptó la candidatura hace dos años, tras ser derrotado en la asamblea de Vistalegre, creyendo que podía ganar. Tras leer certeramente el resultado en Andalucía ha decidido traspasar el más que probable fracaso a su antagonista.

Podemos, el grupo que ha revolucionado la política española durante los últimos cinco años, puede estar a dos minutos del colapso. Y eso hoy no es una buena noticia para el Partido Socialista. La izquierda en su conjunto puede acabar muriendo en España. Ya ha ocurrido en Francia y en Italia.