Un «día terrible» también para Ciudadanos

La moción de censura que ha proclamado a Pedro Sánchez como presidente ha estado marcada por el contraste entre la euforia de PSOE, Podemos y los partidos catalanes, frente al tormento y las caras de derrocamiento, no sólo del PP, también de Ciudadanos. Toda la bancada de la formación naranja ha mantenido un aire de desánimo: «Hoy es un día terrible para España», declaró Albert Rivera al comienzo de la moción este jueves.

Aunque este sea el pensar del líder de Ciudadanos, la verdad es que no sólo se tiene que traducir así, ya que el triunfo de la moción ha terminado por derrumbar la estrategia de la formación naranja. La política del desgaste, que les funcionó en Murcia y Madrid, se ha visto desplomada por Sánchez: ya no tendrán en el Gobierno a su «socio», cada vez más corrompido por la corrupción, y ya no podrán mantener el equilibro entre la crítica y la «responsabilidad ejecutiva» con las que se han ido ganando a la derecha.

Rivera, después de que se confirmara la presidencia de Sánchez, ha aclarado que su partido ocupará un lugar de oposición firme y su partido ofrecerá una alternativa preparará frente a este gobierno «frankenstein» y el «bipartidismo». Sin embargo, a cómo abordará las futuras relaciones con el PSOE ha asumido que es «pronto para apresurarnos a hablar de qué va a hacer este Gobierno»: «No sabemos si va a tomar decisiones, si nos va a convocar a una reunión, aunque espero que el trabajo institucional más allá de las discrepancias en las políticas o en los acuerdos de los separatistas, evidentemente, habrá espacios de diálogo».

Hasta ahora, siendo los aliados del PP, han llegado a aparecer en las encuestas electorales como segunda fuerza política, superando al PSOE en intención de voto y ganándose buena parte de los votantes de los conservadores. Parecía que la legislatura terminaría con esta guerra amistosa entre ambos partidos, con las opciones progresistas al frente, sin dar el estoque final a los conservadores, a pesar de todos los casos de corrupción que han ido saliendo a la luz.

Confiaban en seguir siendo los «socios». Y, como ellos mismos han reconocidos, están «sorprendidos» porque, a pesar de haber apoyado a Rajoy en la investidura, en la aprobación de los Presupuesto Generales y ante varias crisis, ni siquiera se han puesto en contacto con ellos para conseguir un fin «ordenado» de la legislatura.

Se levantaron así como la renovación limpia de corrupción del partido de Gobierno. E, incluso, posicionándose más a la derecha y más defensores de los intereses de «España» con un discurso en el que han denunciado cada vez que han podido la inacción del gobierno en Catalunya y el inmovilismo frente a la corrupción. Fueron conscientes de que estos años y la crisis catalanas dieron sus frutos, entendieron la fórmulas del existo y estaban dispuestos a dejar que el tiempo siguiera corriendo hasta que los conservadores cayeran por su propio peso (y el de la corrupción).

Para todo ello, la sentencia de la Gürtel marcó un «antes y un después». En sus relaciones, en el PP y en el plan de Ciudadanos. Ahora su posición puede quedar a la sombra de un PP que todavía le sigue superando en las encuestas. El trabajo será más arduo para los naranja porque les tocará diferenciarse dentro del espectro de la derecha de los conservadores. De esta forma, las expectativas electorales de Rivera pueden verse frenadas y habrá que cambiar de estrategia si quiere seguir manteniendo posiciones.

Ciudadanos, explotando al máximo la cuestión catalana

Además de esto, Ciudadanos ha vuelto a girar el discurso hacia la situación en Catalunya. En estos días, ha sido lo más repetido entre sus filas. Rivera afirmaba hoy después de la votación de la moción de censura: «Mi lealtad y la lealtad de mi partido será con la Constitución y con los españoles, no con el PDeCAT ni con Puigdemont o el señor Torra. La pregunta que hay que hacerse es si será leal con la Constitución y con todos los españoles y por la igualdad y la unión el señor Sánchez en su gobierno hipotecado por los separatistas», ha aseverado. Y, ha insistido, en que si Sánchez tiene pensado “levantar la aplicación de la Constitución” o “pactar” con los partidos independistas, los tendrán “en frente”.

De hecho, más allá de este discurso, Ciudadanos ha tenido poco que aclamar y ha estado casi ausente. Se han limitado a denunciar, una y otra vez, que Sánchez gobierne con los que quieren «romper» España. Y, frente al triunfo, jugaron su última baza e intentar sembrar la duda: “Cuando uno se lanza a gobernar con 85 diputados se puede sospechar que los partidos que apoyan algo habrán pedido”, apuntó el secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas.

Foco de críticas durante la moción de censura

Para lo que sí ha estado presente Ciudadanos durante las jornadas de la moción, ha sido para recibir críticas desde sus «socios» al PSOE y Podemos. Durante el debate de investidura, Sánchez y Rivera protagonizaron uno de los enfrentamientos más duros: desvelaron conversaciones privadas, se acusaron de anteponer intereses personales y electorales a los de España y Sánchez le auguró un «negro futuro»: «Quiere y quería que Mariano Rajoy siga siendo presidente del Gobierno para ver cocer en las arcas de la corrupción a todo el Partido Popular mientras se deteriora todo el sistema democrático y usted mantiene la esperanza de las expectativas que les venden las encuestas», reprochó el nuevo presidente.

Aunque más duro fue Pablo Iglesias. Durante su turno en el debate afirmó que su discurso se asemeja más al de un «fascista» que al de un «democrático». Y ha asegurado que se mantendrán al frente de ellos: «Vamos a estar en frente de su proyecto de sálvese quien pueda. Frente a la agresividad y frente al discurso ‘joseantoniano’.»

Mientras que diputados del PP han afirmado que consideran a Albert Rivera el culpable de la caída del ya expresidente. Además, Rafael Hernando ha denunciado esta mañana en el hemiciclo la «deslealtad» de Ciudadanos, criticando que ha
«allanado el camino» a Sánchez y que «ha sostenido acusaciones falsas al Gobierno», contribuyendo así a «desestabilizarlo»
.

Se cierra, de esta forma, la moción de censura y las jornadas que han proclamado a Sánchez presidente con una derecha rota y derrocada. Un giro político ante el que se necesitarán nuevas estrategias, más críticas que afrontar y, previsiblemente, con una guerra abierta entre la derecha abierta al quién puede más.

 
 
 

 

 

FUENTE: PUBLICO

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