El supremo intérprete del texto constitucional es el Tribunal Constitucional. Pero se ve que le han salido competidores y la última moda política es repartir carnés de constitucionalistas y, en función de ello, justificar las alianzas postelectorales. Así, mientras tenemos un PSOE abierto a pactar con Cs, éstos quieren hacer ver a la gente que su opción es otra, concretamente la de los «constitucionalistas», que a su entender la encarnan exclusivamente las tres derechas. Por supuesto, para ellos Compromís no es constitucionalista, aunque sean incapaces de explicar por qué. Veamos si les puedo ayudar.

La pregunta obligada es: ¿Qué es para ellos ser constitucionalista? Dado que según el CIS la gran mayoría de la ciudadanía considera que la Constitución debe ser actualizada a la nueva realidad social y los nuevos retos del Estado (afirmación que incomodó sobremanera al ministro Borrell recientemente en una entrevista), cabría pensar que la demanda de reforma de la Constitución -que efectivamente comparte Compromís- no implica dejar de ser constitucionalista.

Pero si acudimos al texto vigente de la Constitución y vemos que éste exige la actualización de las pensiones, contempla el derecho a una vivienda y trabajo digno, protege la sanidad pública y el derecho a la educación, un sistema fiscal progresivo, reconoce las lenguas cooficiales y la financiación suficiente de las Comunidades Autónomas ¿No es acaso eso lo que defiende y pone en práctica en el gobierno Compromís?

Dado que tanto Cs como el PP se han dedicado toda la legislatura a defender la educación privada y la sanidad privada, abogan por sistemas fiscales regresivos para que los ricos no paguen o paguen menos (incluida la amnistía fiscal inconstitucional), atacan el valenciano como si su aprendizaje fuera una herejía, reniegan y recurren las políticas públicas en defensa del acceso a una vivienda y preservan la vigente reforma laboral que precariza los derechos de la gente trabajadora y de la Ley Mordaza que persigue el ejercicio de derechos fundamentales, ¿no serán ellos los no constitucionalistas?

Quizás los que se autoproclaman como constitucionalistas sean los que obvian buena parte del contenido del texto constitucional y pretenden ocultar su verdadero programa que sólo trae pobreza y desigualdad bajo un supuesto patriotismo, al cuestionar las políticas sociales que Compromís representa y que forman parte del mandato constitucional, porque su art. 1 bien dice que somos un Estado Social.

Quizás para ellos ser constitucionalista se reduce a un artículo, el de la unidad de España, sin importar cómo esté esa España y sus habitantes y la calidad de su democracia.

También dice la Constitución que somos un Estado de Derecho, y el PP está condenado como organización criminal, prácticas delictivas cometidas desde su nacimiento como partido político. No parece que esa corrupción que les caracteriza sea muy «constitucionalista» y mucho menos demócrata cuando utilizaban esa financiación ilegal para ir dopados a las campañas electorales.

A mi entender tampoco es ni de demócratas ni de constitucionalistas que el PP y Cs hayan frenado la tramitación parlamentaria de casi 40 leyes con su mayoría en la Mesa del Congreso, ni que antes lo hiciera el gobierno del PP, tal y como ha condenado ya el Tribunal Constitucional. Ambos vulneraron los derechos de la representación de la soberanía del pueblo atacando el corazón de nuestra democracia.

Y en esa particular versión de quien es constitucionalista y quien no, tanto Cs como el PP consideran que el partido abiertamente nostálgico con la dictadura sí que lo es. Eso es lo mejor de todo.

Así que a mí todo esto me huele más a un nuevo invento de las derechas para limpiar la imagen del partido neofranquista al que quieren darle cariño para lograr acceder al poder, como han hecho en Andalucía. Y así se van las tres derechas de cena a casa de Bertín Osborne tan ricamente.

A pesar de todo ello el PSOE no cesa en su empeño de ofrecer la posibilidad de acuerdos a un Cs totalmente entregado a la ultraderecha. 

La realidad es que los estómagos vacíos no se llenarán con banderas ni apelativos creativos, sino que requieren de políticas sociales que permitan salir adelante a la gente, que traigan igualdad de oportunidades, que permitan acceso a educación y sanidad de calidad y a un trabajo digno, y, en definitiva, que ofrezcan un futuro sin dejar a nadie atrás. Y estas políticas requieren de mayorías parlamentarias que las defiendan y garanticen mediante leyes.

Por ello es fundamental leer la letra pequeña y conocer con quién pretenden unos y otros pactar tras las elecciones, porque en esta etapa en la que las mayorías absolutas son cosa del pasado, las alianzas postelectorales forman parte de la decisión del voto. 

Compromís lo tenemos claro: queremos liderar un Botanic II que nos permita desde el diálogo y el consenso profundizar en la conquista de derechos civiles y sociales emprendida en la presente legislatura. Queremos ser decisivos en el Congreso para seguir avanzando y que el pueblo valenciano reciba un trato justo. El objetivo no es otro que mejorar la vida de la gente. Nuestra prioridad es siempre la misma, las personas.