Lo mejor que le puede ocurrir a Mazarrón es que Ciudadanos se integre en el gobierno de coalición con UIDM y PSOE, aunque ello suponga tragarse todas las porfías en sentido contrario que sus líderes lanzaron en campaña, una y otra vez. La vieja aserción de que en política no hay amigos eternos ni enemigos permanentes podría volver a repetirse, y a nadie extrañaría si se repasa la hemeroteca municipal. Ahora el sacrificio lo tiene que hacer Miras, aunque no soporte a Vivancos, solo así se puede encarar un tiempo de estabilidad, reformas e inversiones que estimule a la población y que nos permita crecer como pueblo próspero y gobernable, en el que los políticos no traten de rescatarnos de la miseria, sino de propiciar las condiciones idóneas para generar riqueza. Ese mismo gobierno debe acreditar mayor determinación en la defensa de la unidad y el bienestar de todos, sin primar, como hasta ahora se ha demostrado, el interés particular.

La tentación de Cs, puede ser convertir a su portavoz en auténtica líder de la oposición y enfrentarse a un Equipo de Gobierno “muy justito” con VOX de satélite, en el que UIDM -paradojas de la política – rentabilizaría más su resultado. Esta opción sería un error de Ciudadanos. Si de verdad quiere que Mazarrón avance y salga del atolladero en el que se encuentra, debe asumir la responsabilidad e incomodidad de comprometerse en un posible gobierno a tres con socialistas e independientes. El sentido común así lo aconseja. Campillo, a pesar de su intrigante comportamiento lo aceptaría de buen grado, si bien es cierto que no quiere muchos gallos en el corral, sabe que Miras lo es, y las concejalas liberales allanarían su estrategia regional, ayudando a ponerse todos en valor y facilitar un diálogo fluido con la C.A.R.M. que desbloquearía inversiones privadas muy comprometidas.                                                                                                                                                         

En efecto, el resultado electoral de la formación naranja no fue magnífico, pero se equivocan si no saben interpretar el mandato de sus votantes: moderar al PSOE, ya sea desde el Gobierno o sometiéndolo al control íntegro de una oposición seria y exigente de legislatura, es lo que la mayoría de sus votantes esperan. Hasta el propio Partido Popular que ha brillado por su ausencia hasta la aparición escénica de Sánchez Yepes, debería fomentar ese Gobierno e instalarse con firmeza en la oposición, tras demostrar sentido de gobierno y responsabilidad democrática, una vez descartada toda probabilidad de que Miralles desobedezca a los Gerifaltes locales.

Los socialistas, por su parte, obtuvieron un buen resultado. No ganaron las elecciones ni son la lista más votada, pero su victoria en las generales hizo pensar al Consiglieri progre y mano derecha de Conesa en el politburó local, que “todo el monte era orégano”. Aunque gobiernen por puro cainismo popular, saben que sus votos son insuficientes y la derecha los ha superado con creces, y tampoco es que la sociedad mazarronera les haya entregado un cheque en blanco para su disfrute, sino para cambiar las cosas y levantar la alfombra, algo improbable. Su cosecha dista todavía de las inalcanzables mayorías progres de antaño. Seis ediles dan para lo que dan, y en esta trucada alternativa “agarraron el sillón de tersssiopelo” por los pelos. Es obvio que la izquierda no suma en Mazarrón, ni con la victoria del Sanchismo que poco tiene que ver la mayoría de veces con el socialismo clásico o moderno, sino con el ansia de poder.

Tendrían que reflexionar en C- Progreso sobre el incoherente despecho que muestran hacia las concejalas liberales, más por rencores personales y conflictos de intereses estériles por trepar, que por posicionamiento político o falta de colaboración, ya que el partido naranja en el Consistorio siempre ha demostrado la máxima lealtad y “conciencia de gobernación” ante la catástrofe sanitaria-económica que nos asola, sin tener en cuenta el ninguneo ni los dislates mediáticos de corte nacional que el Regidor y sus adláteres protagonizan. También los anfibológicos “gurús sociolistos” del Sanedrín Fáctico, deberían meditar acerca de si su deserción en la defensa de la identidad española que tanto les aleja de Cs, pero no de VOX, les beneficia en algo y enderezan de una vez su estrategia al respecto, desmarcándose de idearios ponzoñosos. Igualmente, merece un repaso su obsesión por sacar rédito de la memoria histórica, el feminismo elaborado o el cambio climático. Los dirigentes del PSOE han de analizar con profundidad los resultados del País Vasco y Cataluña. O se toman en serio lo que allí ocurre, y lo hacen desde la firmeza que otorga el Estado de Derecho y democrático, o la historia los juzgará en las urnas.

En contra del exceso de euforia que manejaron durante la campaña. La izquierda solo gana cuando se presenta unida. Lo entendieron perfectamente sus profetas, Guerra y González, que pronto aprendieron la lección y a “jugar a la oca”…Quien controla el centro moderado triunfa. Enseñanza que junto a Fraga perfilaron para afianzar el Bipartidismo PPSOE y el reparto de poderes, tras la experiencia transicional. Hasta Arrimadas demasiado tarde, lo ha entendido. No hace falta renunciar a nada, ni mucho menos a la unidad de España, pero las propuestas deben ser verosímiles, realizables y útiles. El “bipartidismo infiel” funcionó bien hasta el desajuste generacional y la irrupción de otros partidos, pero no ha llegado a arder, vuelve a convenir el control de los poderes del Estado y a resurgir de las cenizas que Rivera no extinguió.                                                                                                                                                        

Aquí y ahora, tenemos que aprender a gestionar estos nuevos tiempos, con opciones políticas tan diversas, pero lo sensato es que el trapicheo de votos en venta que poco tiene que ver con la realidad política y mucho con los “lobbys de poder” cese, y vuelvan pronto bajo las siglas del partido que más opciones tenga de gobernar. Sería bueno recordar que Mazarrón no es más de derechas que de izquierdas, aunque pueda parecerlo a tenor de los últimos resultados. Su población es mucho más plural, compleja y exigente que cualquier análisis adulterado que a veces se hacen en cada cártel.

Entroncando con lo anterior, es innegable que en una parte de la ciudadanía ha enraizado el pensamiento y las ideas populistas, pero la izquierda leninista por aquí pasó de largo, y la derechona intransigente que en las generales se salió, ha comenzado su declive. A los mazarroneros no les gustan los extremismos. Tal vez sea algo ancestral, pero solo han triunfado aquellos partidos que se han movido en el terreno de la moderación del centro. Varios alcaldes que no dieron precisamente buen ejemplo de ello, ya han sufrido las consecuencias. Téngase en cuenta que a este pundonoroso pacto le vino muy bien la división de la derecha.                                                                                                                                                    

El recordatorio no responde a la emoción estéril de la melancolía, sino a la necesidad de ponderar el alcance exacto de los destrozos que para la izquierda en Mazarrón supuso la desgraciada aparición de los “Juanes Ochentamé”en el partido socialista, infiltrados por la logia caciquil…Nunca tan poca cosa pudo causar tanto daño. Y puede que para siempre. Pero eso es harina de otro costal, si bien explica muchos de los avatares de la política local durante décadas prodigiosas de convenido “régimen clientelista”.                

 

COLECTIVO “EN CLAVE TRANSPARENTE”