Ciudadanos afronta este 2021 con enorme preocupación. A la previsible debacle en los comicios catalanes del 14 de febrero, le seguirá una travesía del desierto sin elecciones de por medio hasta dentro de casi dos años, en la que la formación naranja se juega su existencia misma con un único objetivo: no derrumbarse como un castillo de naipes al igual que les ocurrió a la UCD, el CDS o UPyD en el pasado.

Sobre las elecciones del 14-N, Inés Arrimadasya está preparando a los suyos para la debacle. En los últimos días menciona de forma recurrente lo que le ocurrió al PSC, que pasó de los 42 escaños cosechados por Pascual Maragall en 2003 a los 16 que obtuvo Miquel Iceta en 2015 sin que nadie dijese que estaba próxima su disolución.

Los socialistas catalanes se dejaron dos tercios de su representación en el Parlamento catalán en poco más de una década y ahora aspiran con Salvador Illa a volver a luchar por la victoria. El problema para Ciudadanos es que las encuestas apuntan a una similar caída en apenas tres años para quedarse entre la docena y la quincena de representantes. Incluso, existe el temor en las filas naranjas de quedarse por debajo de los 10 diputados.

En 2017, la candidatura de Arrimadas logró 36 diputados y quedar como primera fuerza parlamentaria, aunque de poco le sirvió: dejó la iniciativa de formar gobierno a los partidos independentistas y vio desde la barrera de la oposición cómo salía elegido Quim Torra al frente de la Generalitat.

Más grave fue la sensación de desbandada que se dio a continuación. Los dirigentes naranjas en Cataluña vivían una situación irrespirable, con escolta cada vez que salían a la calle. En menos de un año, tanto Arrimadas como su ‘número dos’ por aquel entonces, José María Espejo-Saavedra, pidieron a Albert Rivera irse a Madrid.

Si la candidatura de Cs que encabeza Carlos Carrizosa queda por debajo de los dos dígitos, con toda probabilidad perderá el liderazgo del constitucionalismo en detrimento del Partido Popular, que en la última semana está anunciando importantes fichajes para sus listas: desde la excandidata de Cs a las catalanas, Lorena Roldán; a la ‘mano derecha’ de Manuel Valls, Eva Parera; o el conocido empresario Joaquim Gay de Montellà, expresidente de Fomento del Trabajo.

Ciudadanos intentó fichar al presidente de Sociedad Civil Catalana, el exdiputado ‘popular’ catalán Fernando Sánchez Costa, pero este último declinó con amabilidad la oferta pues prefiere seguir al frente de la entidad constitucionalista ahora que la situación económica es mejor que hace unos meses, cuando SCC tuvo que afrontar su mayor crisis interna tras la presentación de un ERTE, tal y como desveló Vozpópuli.

Sin embargo, a nadie se le escapa que la imagen de Cs cotiza a la bajapues Carrizosa no ha podido presentar todavía una figura independientede cierto pedigrí para rivalizar con la candidatura de Alejandro Fernández(PP). En este escenario, si los naranjas quedan por detrás de los ‘populares’ en Cataluña, es muy posible que algunas figuras territoriales de Cs reclamen a Arrimadas un cambio de estrategia y caras nuevas en la dirección nacional.

Enemistada con los vicepresidentes

La sucesora de Rivera se ha enemistado con casi todos sus vicepresidentes autonómicos en los últimos meses, hasta el punto de que a algunos de ellos no les ha felicitado el Año Nuevo. El castellano-leonés Francisco Igeay la murciana Isabel Franco cayeron en desgracia en las últimas renovaciones de los comités autonómicos. Con la última se ha intentado sin éxito en las últimas semanas que dimita para así dejar paso a la nueva líder de Cs Murcia, Ana Martínez.

Mientras, con en andaluz Juan Marín se ha entrado en una ‘guerra fría’ desde que este último no descartó en un desayuno informativo apadrinado por Rivera la posibilidad de ir de la mano con el PP en las próximas elecciones andaluzas, previstas para finales de 2022. La propia Arrimadas le desautorizó en público y desde su equipo se ha alentado la formación de una corriente interna contra el vicepresidente andaluz.

Un buen número de dirigentes regionales ven con preocupación estos choques de Arrimadas con los ‘barones’ naranjas. De la España Suma con la que Cs se decantó por acuerdos preferentes con el PP en sitios como Castilla León o Murcia, donde los ‘populares’ acumulaban décadas de Gobierno y casos de corrupción, se ha pasado a un escenario en el que es posible pactar desde la oposición con el PSOE, tal y como se ha visto en comunidades autónomas como Aragón, Castilla-La Mancha o Asturias.

Situaciones llamativas

Este zigzagueo político deja situaciones llamativas como en el caso asturiano. En 2019, el grupo parlamentario de Cs pactó la abstención en los presupuestos con el socialista Adrián Barbón a cambio de 12 millones en proyectos e inversiones. Sin embargo, la gestora afín a Arrimadas impuso en el último minuto el ‘no’ para sorpresa de los negociadores naranjas.

Un año después, Cs Asturias se ha pasado al ‘sí’ a las cuentas de 2021 tras lograr que se aceptasen 12 enmiendas que suman en total 360.000 eurosy el compromiso de Barbón de no avanzar en este año en la oficialidad del bable o asturiano, según apuntó el coordinador regional Ignacio Cuesta.

«Esos mismos líderes pro acuerdos preferentes con el PP y que, además eran abiertamente anti-muleta del PSOE, son ahora los que escenifican distancias con quienes gobiernan con los ‘populares’ en regiones», sintetiza un responsable naranja refiriéndose al trato que Arrimadas y su equipo de dirección dan a algunos de sus vicepresidentes autonómicos.

 

 

FUENTE: VOZPOPULI