Con un origen muy distinto al de la crisis de 2008, la catástrofe de la Covid-19 entraña un impacto económico y social de tremenda magnitud. Por eso es fundamental que, en paralelo a la contención de la enfermedad, nos encaminemos con prontitud en la recuperación. De cómo sean los planes de recuperación y reactivación de la economía emergerá un Mazarrón u otro.
Confinados en nuestras casas por las necesarias medidas adoptadas para hacer frente a la pandemia, y sobrecogidos por una tragedia humana con más de dos millones de infectados y casi 200.000 fallecidos en el mundo, nos preguntamos cuándo y de qué manera podremos volver a algo parecido a la normalidad que conocíamos.
Entre las lecciones a aprender, una debería conducirnos a analizar mejor los riesgos y amenazas, y a que estos marquen las prioridades políticas y presupuestarias tanto del sector público como privado. Con un objetivo: construir economías y sociedades con mayor fortaleza para afrontar los futuros desafíos de toda índole que nos acechan.
Una vez que superemos esta crisis sanitaria, va a ser fundamental para la recuperación económica de Mazarrón. Hay que coordinar más que enfrentar o disputar con todas las administraciones para remar juntos en la misma dirección, y así evitar retrasos y duplicidades para ser más eficientes en la gestión de los fondos públicos.
Ciudadanos invita a todos los grupos municipales a una gran concertación entre partidos para salir unidos de la terrible crisis económica que derivará de la trágica pandemia, y aboga porque las administraciones sean el principal motor para la reactivación económica del municipio, desempeñando un papel inexcusable de financiadores, reorientando las partidas económicas de este 2.020 a superar los efectos de la pandemia: “El impacto económico de la crisis sanitaria del Covid-19 llevará consigo que todas las administraciones hagan un importante esfuerzo para reorientar los recursos públicos a favor de la reactivación económica y dar protección a los sectores más desfavorecidos de la sociedad.
Hay partidas reservadas que a lo mejor en este momento no tienen sentido o partidas que no van a poder ser ejecutadas. Y para ello, para dar cuenta de esa necesaria reordenación de recursos, trasvasar partidas de eventos y actividades de todo tipo que no podrán celebrarse y no podrán ejecutarse a otras de reactivación económica y social, necesarias e imprescindibles para vencer semejante hecatombe.
Creemos de corazón que estas medidas pueden contribuir a la recuperación posterior del desastre y permitirnos salir reforzados de esta crisis para afrontar con fuerza un futuro esperanzador y, lo más importante, “sin dejar a nadie atrás”.
En contra de los vástagos de la amistad y de los brotes de la entrega generosa están los violentos, aquellos que promueven la división, el egoísmo, la indiferencia y el olvido, el enfrentamiento y la destrucción. Es decir, todos aquellos que ven la vida como un negocio económico o ideológico.
El «asesor cibernético» y actual chef del Sanedrín no lleva bien el segundo plano, y que “no da puntada sin hilo” es algo evidente. Sus dardos envenenados a través de las redes sociales, ya sea moviendo a sus peones o bajo la protección de medios mercenarios sin dar la cara, no dejan lugar a dudas. Mucha gente se pone las manos en la cabeza ante estas pataletas y ataques hacia el PP, o a quien no le baile el agua, sobre todo los conocedores de su bagaje político-económico en especial a nivel regional (la pela es la pela).
Como supongo hace una mayoría de españoles, en las últimas horas he hablado con mucha gente entrada en razón para pulsar opinión. La alarma es general, como compartido es el sentimiento de que es preciso acometer iniciativas excepcionales capaces de romper la tenaza que nos aprisiona. De nada vale la política tradicional. Gravedad extrema, decisiones heroicas.
El maniqueísmo también vive buenos momentos en el conjunto de España. Pedro Sánchez le ha proporcionado al populismo cotas de influencia inéditas. Hoy es inevitable sonreír al recordar el concepto que tan bien le funcionó a Pablo Iglesias y sus acólitos en sus inicios: “la casta”. Una supuesta élite corrupta que manejaba el país a su antojo, opuesta a los intereses del “pueblo”… ¡y de la que formaban parte los socialistas! Pues bien, ahora que los podemitas están en el Gobierno y disfrutan de privilegios al alcance de muy pocos (ahora que ya son “casta”) se han tenido que redefinir categorías. El enemigo del pueblo ahora es “la ultraderecha”. El PSOE está entregado a ese nuevo discurso, convencido de que el temor a VOX moviliza a su electorado y les garantiza el apoyo de los separatistas, y de que la división de la derecha les asegura la victoria. “Divide et impera” parece ser la nueva divisa sanchista, aunque lo que se esté dividiendo no sea sólo la oposición, sino toda la sociedad española.
La sociedad enseguida genera suspicacias al no estar bien visto cuando alguien planea, duda o cuestiona las doctrinas y dogmas establecidos, llevándonos quizás hacia el confort de la estabilidad, de lo fácil y de no dudar por que ya está todo inventado.
Ni qué decir tiene que como consecuencia de esta tragedia la estructura económica de nuestro pueblo cambiará: el turismo de masa ha recibido una puñalada trapera; el pequeño comercio que no tienda a la especialización o que no se centre en una demanda que responda a un estímulo inmediato tiene sus días contados; los supermercados verán crecer exponencialmente sus ventas por internet frente a las presenciales, que más bien quedarán, como los cometcios de proximidad, para productos frescos o perecederos específicos; es posible que los espectáculos públicos y fiestas populares requieran de otras ideas. Los viajes de negocios y las reuniones presenciales tendrán en las videoconferencias un duro contrincante. Y lo mismo ocurrirá con la ocupación física del puesto laboral frente al teletrabajo. Es posible que el urbanismo futuro acentúe lo centrífugo y huya de las grandes urbanizaciones.