Además del argumentario —esos documentos en los que se dice qué responder sobre qué tema—, los números uno y dos de las listas del PP al Congreso y al Senado, así como los presidentes provinciales y autonómicos del partido, recibieron hace unos días un mensaje sobre qué debían vestir. La presidencia popular ha diseñado unos chalecos que llevan impreso en la espalda “Casado presidente. ¡Únete!” y los destinatarios del mensaje debían “llevarlo durante toda la campaña” y grabarse un vídeo con él. No gustó a todos, especialmente, a los que no tienen que llevarlo tras haber sido desplazados en las listas impuestas por el nuevo líder. Fuentes del PP aseguran que la iniciativa ha sido un éxito y que han tenido que encargar más, aunque llevarlo no es obligatorio.

El próximo 28 de abril, cuando se someta a sus primeras elecciones generales como candidato a La Moncloa, Pablo Casado (Palencia, 1981), habrá cumplido 282 días al frente del PP. Y en ese tiempo, tanto él como la formación política que preside desde el 21 de julio de 2018 han experimentado una transformación radical; en las formas —como muestra ese mensaje sobre la indumentaria electoral— y también en el fondo —llevando al partido a la derecha de Rajoy—. El joven reclutado en junio de 2015 por Mariano Rajoy junto a Andrea Levy, Fernando Martínez-Maillo y Javier Maroto como vicesecretarios para cambiar la imagen de partido antipático en televisiones y tertulias abandera ahora el discurso de la derecha dura, sin complejos y sin papeles —no lee sus discursos—. Y ha sacrificado a los que no encajaban en ese perfil.

“Si yo gano, nadie pierde”, declaró en julio, antes de vencer a Soraya Sáenz de Santamaría, la heredera de Rajoy, por un contundente 57% de los votos. Su intervención previa a la votación levantó al público en varias ocasiones, muchas más que la de Santamaría, “la del PP”, como se presentó la exvicepresidenta, quien vio necesario subrayar ese dato. Empezó aquel día una larga lista de discursos —el líder multiplica los actos de sus rivales políticos: lleva 19 en 7 días de campaña— en un tono duro, muy parecido al de su padrino político, José María Aznar, con el que trabajó casi tres años (entre 2009 y 2011) como jefe de su gabinete y al que volvió a abrir las puertas de Génova tras años de desencuentros con Rajoy. En su despacho tiene ahora las obras completas del expresidente que, en 2015, después de haber nombrado otro sucesor, había dicho: “Si alguna vez me tiene que renovar alguien, que me renueve Casado, que es un tío fantástico”. Su madrina política, Esperanza Aguirre, asegura a EL PAÍS: «Para mí es el mejor parlamentario que ha tenido la democracia española y un líder providencial en el peor momento de nuestro partido».

Fuentes de su entorno más próximo indican que Casado estuvo “regañón” para despertar al partido, desmoralizado tras la moción de censura y con Ciudadanos “a punto del sorpasso”. Según esas fuentes, en campaña quería cambiar el tono y volcarse en las propuestas, en el “discurso ilusionante”, pero no hay día en el que el líder del PP no deslice, entre sus promesas de bajadas de impuestos o subida de pensiones, duras acusaciones contra Sánchez — “prefiere manos manchadas de sangre”, es “buenista con los violentos”, se alía con “terroristas, comunistas e independentistas”, “si se mira al espejo verá, como Drácula…”.

 
El presidente popular ha repetido que está dispuesto a “achicharrarse” en política y ha apostado fuerte en la primera mano. Tras desgañitarse reclamando a Sánchez que convocara elecciones, cuando el presidente puso fecha, las encuestas empezaron a torcerse para ellos. Ahora sus sondeos internos les dan 90 diputados —la cifra más baja desde que el PP se llama PP— y no alcanzarían la mayoría absoluta con Ciudadanos y Vox. Pero Casado está convencido y ha convencido a los más fieles de que, como ocurrió en “el laboratorio andaluz”, al final lograrán sumar con Cs y Vox para desalojar al PSOE: “Los indecisos empiezan a caer en nuestra cesta. La última semana será decisiva”, dicen en su entorno. Cree que esa unión con Albert Rivera y Abascal permitirá derribar a Sánchez del mismo modo que su alianza con María Dolores de Cospedal, al caer esta en la primera vuelta de las primarias, le brindó decisivos apoyos para vencer a Santamaría.

Javier Maroto, número tres del partido, afirma que Casado “ha alejado por completo al PP de la corrupción, ha centrado el mensaje en temas clave, como la recuperación económica, la unidad de España y la bajada de impuestos, ha evitado la fractura, como sucedió con Sánchez y Susana Díaz tras las primarias, y ha renovado el partido de forma tranquila pero evidente. Sin rechazar la experiencia de algunos miembros de la etapa anterior, eligiendo un equipo donde la buena relación personal es la clave, justo lo contrario de la etapa anterior”.

Gestión de los escándalos

En septiembre de 2018, el Tribunal Supremo archivó la causa de su máster, el mismo que se llevó por delante a Cristina Cifuentes y en el que le habían convalidado 18 de 22 asignaturas. Liberado de esa carga, en noviembre, en pleno escándalo por las grabaciones de Cospedal con el comisario encarcelado José Manuel Villarejo, dijo: “En este partido no se tolera la corrupción ni prácticas que no sean ejemplares”, y la dejó caer: la ex secretaria general dejó la política al día siguiente. El nuevo líder tampoco ha incluido en las listas electorales al exministro Jorge Fernández Díaz, acechado por el caso Kitchen.

En cuanto a “los temas clave” de los que habla Maroto, en más de una ocasión esos ataques a Sánchez — “felón, mentiroso compulsivo”, “traidor”…— han eclipsado las propuestas, como lamentan algunos populares que han participado en su elaboración. Y los desalojados en el organigrama y las listas hacen un discurso muy distinto sobre la integración y el respeto a la experiencia y a los galones, que en el PP se obtenían, sobre todo, por las batallas internas en plena oleada de escándalos de corrupción.

Desde que Casado asumió la presidencia del PP han abandonado sus filas Santamaría y los exministros Íñigo de la Serna, Fátima Báñez, Íñigo Méndez de Vigo y Álvaro Nadal —también su hermano Alberto, exsecretario de Estado—, así como diputados históricos como Celia Villalobos, que dejó recados para el nuevo líder tras sus polémicas declaraciones sobre el aborto: “Las mujeres no necesitamos que ningún hombre nos diga lo que llevamos dentro”.

En su lugar, Casado ha apostado por caras conocidas y con escasa o nula experiencia en política: Juan José Cortés — “Sánchez se sienta con violadores y pederastas”— sustituye a la exministra de Empleo; Adolfo Suárez Illana —“En Nueva York una ley permite abortar después del nacimiento«— a Santamaría. La candidata a presidir la Comunidad de Madrid, que administra un presupuesto de 20.072 millones de euros, Isabel Díaz Ayuso —“Proponemos que el concebido no nacido sea considerado como un miembro más de la unidad familiar para solicitar plaza escolar”— ha pasado casi toda su etapa política en el área de redes sociales y comunicación. Entre los fichajes de Casado hay ahora toreros y periodistas…

“Ha prescindido de la experiencia. Juega a ser el primero de tres, y lo hace imitando a Vox”, afirma un exdirigente popular apartado. “Es un error porque hace que perdamos voto moderado y alimenta a Vox. Pueden incluso adelantarnos en varios sitios”, afirma.

Casado no oculta que muchos de los cambios que ha hecho tienen que ver con el auge del partido de Abascal: “Un votante de Vox no tiene ninguna razón para no votar al PP”. Lo dice porque, como explican en su entorno, y como ha repetido Esperanza Aguirre, cree que el partido se desangró por la tibieza ideológica y ante los separatistas. Cayetana Álvarez de Toledo, a la que el líder popular llama “la Messi del PP”, fue cristalina cuando denunció que se había permitido que el independentismo fuera “ganando por desestimiento ajeno” y cuando anunció que “quienes tanto tiempo se habían sentido desamparados”, ya no lo estaban. Es lo que Casado llama “la vuelta del PP verdadero”.

“Soy el candidato de la clase media”, “el de la moderación”, repite como un estribillo. Una parte del partido cree que pagarán caro lo que él llama “revolución tranquila”. El 28 de abril hablarán las urnas.
 
 

FUENTE: ELPAIS