El PSOE, más bipartidista que nunca bajo la tutela de sus “mentores ochentame”, vuelve a pisar moqueta en Mazarrón tras el pacto con los independientes de UIDM, y, hasta procura contemporizador un mandato sin estridencias en busca del prometido cambio que nunca llega ante los tendenciosos trueques por el poder. Eso sí, las formas parecen guardarse, aunque las soluciones habrá que ver si llegan para todos los ciudadanos por igual. Por el cambio, cambiemos….Y cambiamos. “Cambiar todo para que nada cambie”. El cambio y el cinismo. Origen del «gatopardismo», presente de nuevo en el debate político.

Dirigentes públicos que administran en secreto para unos pocos los recursos de todos no son precisamente los defensores más eficaces de la democracia, parecen meros cuentacuentos recalcando el mismo cuento de siempre por mantener intacta la perversa estructura “clientelar”, y son ya demasiados cuentos en tan poco tiempo. Para frenar el festín y la estremecedora orgía de la izquierda del cambio tranquilo con la derecha marchosa más dúctil, o lo que demonios sean, no queda otro camino que abrirse al pueblo y democratizar la Institución. Transparencia pura y dura sin remilgos ya. Basta de cuentos. Las épocas de alianzas convulsas son fases de dudas. El consenso se rompe. Los vínculos de confianza se debilitan. Los recelos se agrandan. Los enfrentamientos se hacen más ásperos y los sentimientos se agrietan. En tiempos de pactos incluso se sospecha del cambio.                                                                                                                        

«Aquí se recibe a todo el mundo, todos los días. Al que viene se le escucha». Esa idea seguramente podría ser expresada por cualquier mandatario local, más allá de su adscripción partidista. En este caso, las palabras son del edil más veterano de Ginés Campillo. Y pueden ser comprobadas por cualquiera que una mañana se acerque a urbanismo (alcaldía B), en el hogar del pensionista de la población costera. Atender a vecinos o despachar con empleados y concejales son hoy las actividades diarias del vicealcalde, acostumbrado al contacto con los vecinos por el ejercicio de su trabajo de cara al público. Su llegada al poder local por segunda vez puede ser considerada, sin miedo a hipérboles, algo casi extraordinario. Por el modo en el que ha sucedido. Los socialistas ganaron en las generales, pero retrocedieron en las municipales logrando seis concejales, solo superados ligeramente por los populares, que mantienen sus siete ediles, pasando a la oposición tras cuatro años de mandato. La derecha de siempre, con orientados pactos y calculada división cainita a izquierda y derecha, había logrado mantenerse gobernando. Hasta este 2.019. Una tras otra, en la tierra natal de los Valera,  Blaya, Jiménez y la última escisión de Campillo (no hay peor cuña que la del mismo palo).                                                                                                                                                          

 

 

Hay, sin embargo ahora, una sensación de cambio sosegado en la calle. Lo admite el nuevo Regidor, Gaspar Miras, que reconoce la suavidad del traspaso de poderes.«Contamos con la colaboración del equipo anterior en muchas cosas», explica Miras (sucesor designado), que, sin embargo, lanza también un reproche al anterior ejecutivo: hay, dice, compromisos apalabrados pero no firmados, por lo que actualmente hay que dedicar especial atención a cerrar esos detalles. Pese a no ser la fuerza más votada y sumar con el conservador Campillo, por resultar más bien inimaginable un pacto entre el PP y UIDM, que en las elecciones de mayo pasó de cuatro a cinco representantes en la corporación, el PSOE optó por un gobierno de coalición con la derecha-B –local, conformándose con dominar asuntos poco llamativos, pero básicos para el buen funcionamiento del gobierno local. Para Ginés, presente en la corporación desde el 2011, el pacto tiene una lógica que no resulta ajena a la frialdad de los números: «Es mejor un gobierno de trece concejales que uno de once; es más estable», asegura sabedor que no puede dejar escapar  otra oportunidad de eclipsar a Jiménez, esfumado el “sorpasso”. Trabajo cotidiano con dos meses en el cargo, en la actividad del “Equipo de Gobierno” han controlado, y controlan, las materias más importantes mediante abstrusas resoluciones. Hubo que cerrar la contratación de personal o ultimar detalles imprescindibles para echar a andar, igual que ahora se está pendiente de las fiestas fundido el presupuesto. Es la política local. Afrontar la paralización del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), gestionar con la Policía una solución al enquistado problema o preparar un nuevo pliego de cláusulas para otros contratos relacionados con empresas de servicios son aspectos que ocuparán los próximos meses, una vez evidenciada la desunión entre populares.

 El PP, por su parte, inicia su nueva experiencia en la oposición municipal con una Alicia Jiménez ya amortizada. La anterior alcaldesa y concejala en distintas etapas, sigue al frente del grupo municipal. La unión interna de los populares, antaño firme, saltó por los aires en meses pasados, y sus tensiones para cerrar la lista y sus discrepancias internas fueron más que un secreto a voces. El comienzo de una nueva etapa para el PP en la patria chica de sus benefactores de la “logia caciquil” es algo que apremia. Mazarrón es su “laboratorio de pruebas y de engrase general”, y no van a permitir excesivos devaneos ni barrabasadas progres que hagan peligrar sus prolíficos feudos y privilegiados negocietes .            

 

 

COLECTIVO “EN CLAVE TRANSPARENTE”