El ministro de Exteriores, Pascal Lamy y Felipe González han debatido este jueves en la Casa Árabe de Madrid sobre el futuro y los desafíos de la izquierda

 

 

“Vivimos en un mundo que cambia a toda velocidad, y los cambios siempre tienen riesgos enormes para algunos y oportunidades increíbles para otros”. Así ha resumido Pascal Lamy el proyecto progresista global, resumido en 15 propuestas, que ha presentado este jueves en Madrid. Bajo el nombre Las personas y el planeta como prioridad: una nueva agenda para el proceso global, el plan de trabajo “pretende dar un plan alternativo”, en palabras de Josep Borrell, al modelo socioeconómico actual.

Las propuestas del documento, realizado por un grupo “multidisciplinar y multicultural” de expertos bajo el mando del propio Lamy, incluyen la mejora de la democracia, un estado más activo y protector, una igualdad de género real y la reducción de las desigualdades socioeconómicas. Para Lamy, estos objetivos tienen una “ambición considerable” y deben servir para “meterse en la cabeza que el progresismo debe mejorar y cambiar”. Una reflexión que comparte Felipe González, que se preguntó si la “sociedad de mercado” que se está construyendo no considera “al ser humano como una mercancía más”.

“Tenemos un mundo basado en los acuerdos de posguerra que ya no es ni orden ni social ni liberal” ha asegurado un preocupado Borrell, que ha mostrado en varias ocasiones su pesimismo respecto al futuro si no se logra “controlar el cambio”. “Hay que reconstruir otro mundo y el movimiento progresista hasta ahora no ha estado a la altura de los retos pasados y futuros”, ha apostillado el ministro de Exteriores, que considera que “queda mucho por hacer”.

Todo lo contrario que Felipe González, que ha mostrado durante el debate en repetidas ocasiones su optimismo con respecto al futuro y sus esperanzas de recuperación de la socialdemocracia como paradigma activo. “El cambio no es reversible. Bolsonaro, Trump son preocupantes pero no van a pararlo” ha asegurado convencido, ya que cree que “la gente sale a la calle en cuanto se recortan libertades”. Sin embargo, ha avisado de que “es necesario utilizar instrumentos radicalmente nuevos” para poder “gobernar el cambio desde la socialdemocracia y que nadie se quede en la cuneta”.

Los tres ponentes han coincidido sobre todo precisamente en eso: la “responsabilidad” de la fuerzas progresistas para poder adaptar los cambios a las necesidades de los más desfavorecidos. Todos han hecho especial hincapié en el enorme peligro que representa el “aumento de las desigualdades” y el hecho de que las rentas del trabajo han ido perdiendo peso con respecto a la productividad de un país. Para Borrell, si no se actúa pronto, la robotizacion y la automatización harán que “el problema en 30 años no será que la clase trabajadora sea explotada sino que será directamente irrelevante”.

También han coincidido en condenar a las “fuerzas populistas” que hacen que, en palabras de González, “el factor miedo gobierne en Europa”. “Las sociedades envejecen y miran demasiado al suelo y poco al horizonte” ha valorado el expresidente, antes de afirmar que si se deja “ganar al miedo, solo se propondrán utopías regresivas y no proyectos de futuro”. Para frenar estas ideas, González cree que hay que “abandonar las respuestas demagógicas y simples que alimentan los miedos” y “recuperar la capacidad de pensar y conocer la condición humana”.

“Los progresistas nos definimos por la creencia de que el mundo progresa, que mejora”, ha resumido Pascal Lamy, que ha explicado que aunque la socialdemocracia “recula globalmente”, si se renueva “la forma de pensar y actuar” podrá volver a escena. Una opinión que ha compartido con peros Borrell, que cree que hay que pasar de la “enunciación de los problemas” a la actuación inmediata. “Pongamos el foco en la gobernanza del cambio y dejemos de ser reactivos” ha apostillado Felipe González.

 
 
 
 
FUENTE: ELPAIS