Un hombre paseaba a sus perros junto a su mujer en una arboleda de Elda (Alicante) cuando sintió una picadura en la rodilla. Acudió con 40 grados de fiebre al hospital, donde fue ingresado y operado para extraerle el veneno después de que no surtiera efecto el antídoto que se le suministró, según explica ‘Información’. Más de 10 días después, sufría necrosis en la pierna y permanecía ingresado mientras los médicos estudiaban la necesidad de una nueva intervención.

Había sufrido el ataque de una araña violinista o araña de rincón (Loxosceles Laeta), una especie procedente de Sudamérica perfectamente adaptada al clima mediterráneo. Como su propio nombre indica, suele refugiarse en grietas y huecos recónditos, pero cuando se ve acorralada en su escondite es capaz de huir rápidamente hacia otro surcando diminutas rendijas y utilizando grandes saltos. Es difícil encontrarse con una y es difícil sufrir una picadura, pues se trata de un ejemplar poco agresivo que sólo atacará si no encuentra otra alternativa.

Aun más difícil es que inocule su veneno, que afecta de manera diferente a cada persona por su naturaleza proteolítica (degrada las proteínas mediante enzinas específicas). Para los más sensibles, puede resultar más tóxico que el de una cobra en términos relativos —las serpientes son de un tamaño mucho mayor y pueden inyectar más veneno—, al ser capaz de disolver los glóbulos rojos de la víctima y causar la muerte celular además de poder penetrar en el hígado y las vías biliares. Así por ejemplo, el pasado año se cobró la vida de un bebé en México que hasta tres días antes de morir recibió constantes transfusiones y se mantuvo conectado a una máquina que limpiaba las toxinas de su corriente sanguíneo.

La potencia de un veneno o sus componentes se mide por la capacidad de matar a un mayor número de individuos de una población estudiada, más concretamente, la cantidad de toxina que se requiere para eliminar al 50% de la población en cuestión. A este baremo, cuyos ensayos se suelen llevar a cabo en ratones, se le conoce como dosis letal 50 (DL50) y, de acuerdo a esta consideración, un animal es más peligroso en tanto requiera menos cantidad de veneno para matar a los mismos individuos. El DL50 de la violinista puede alcanzar hasta 0,48 mg/kg, mientras que el de la cobra india (Naja Naja) es de 1,2 mg/kg.

Este arácnido es fácilmente reconocible gracias a la mancha en forma de violín que presenta en la parte superior de su abdomen, de forma abultada, redonda y cubierto de delgadas vellosidades. Es de color negro, pardo o ceniza —en función del hábitat, gracias a su capacidad de mimetización—, tiene tres pares de ojos, ocho patas delgadas que se unen en la parte superior de su cuerpo y presenta un tamaño de entre 10 y 30 milímetros. Sus telarañas, pegajosas y de color blanco o gris, nunca se verán colgadas de árboles o en las paredes.

¿Cómo actuar ante una picadura?

La picadura de una violinista provoca una sensación punzante seguida de un fuerte dolor e hinchazón en la zona afectada. La herida se torna rojiza y el centro de la lesión puede convertirse en una úlcera necrótica que, en circunstancias normales, se desprende en varias semanas. No obstante, la aparición de fiebre o sangre en la orina pueden alertar de una mayor incidencia y es importante actuar con rapidez para evitar que el veneno se extienda. En estos casos, se recomienda aplicar frío de forma inmediata para frenar la velocidad de reacción y acudir inmediatamente a los servicios sanitarios.

Picadura de la araña violinista. (C.C./Sebiwi)

Aunque se trata de una araña poco común que prefiere ambientes cálidos y secos, no sólo se ha dejado ver en el Levante. Hace dos años, un vecino de Vallecas (Madrid) encontró un ejemplar en su cuarto de baño. Tal y como informa La Sexta, la Policía Municipal la trasladó entonces al parque zoológico Faunia, dada su peligrosidad, sin que pudiera esclarecerse cómo había llegado a la zona.

 
 

FUENTE: ELCONFIDENCIAL